Andrés Colmán Gutiérrez
Hay un simbolismo muy fuerte en la imagen de la atleta karateca paraguaya Jennifer Servín, levantando su medalla de plata, tras consagrarse subcampeona suramericana de karate en la categoría de menos de 55 kilogramos de los Juegos Odesur Asu 2022, con el rostro hinchado y el ojo izquierdo completamente cerrado por los golpes recibidos en combate. En esta última pelea perdió por 4-0 contra la chilena Valentina Toro, pero fue la gran ganadora en el corazón de toda una nación.
Su imagen dolorida, pero a la vez alegre y emocionada, es la fotografía del mejor heroísmo paraguayo, en este caso el de una mujer deportista que no se rinde a pesar de las heridas y de la visión comprometida, dispuesta a darlo todo en la pelea final, aún a riego de su integridad física.
Jennifer había sido fuertemente herida en el rostro y en el ojo durante su segundo combate, contra la colombiana Geraldine Peña, a quien ganó por 11-4.
En esa ocasión, ella se quedó con el ojo izquierdo cerrado, sin poder ver. Los jueces y árbitros le aconsejaron que no siga peleando, ya que solo podía mirar con el ojo derecho, pero ella los mandó al diablo.
—¡Nada que ver! ¡Me preparé mucho para llegar hasta aquí! ¡Puedo seguir peleando con un solo ojo! — les respondió.
De las cinco primeras peleas, ella ganó cuatro. En la quinta pelea, en que derrotó por 9-4 a la brasileña Valeria Kumizaki, había conquistado la medalla de bronce, y le quedaba disputar su última pelea contra la chilena Valentina Toro por la medalla de oro (quien si perdiera se quedaría con la medalla de plata).
Fue entonces cuando su madre, Rosy Amarilla, muy apenada de verla con gran parte del rostro hinchado y el ojo izquierdo amoratado y sin poder abrirlo, a pesar de los cuidados médicos, le preguntó:
— Mi hija querida, ¿no te parece suficiente haber ganado la medalla de bronce? ¿No es mejor parar aquí y recuperar tu salud?
Fue entonces cuando Jennifer dio la respuesta que luego reiteraría en varias entrevistas y se grabaría en los afiches de las redes sociales en internet:
— No, mamá. Voy a pelear hasta el final. Tengo el ojo izquierdo completamente cerrado, pero las ganas y el corazón los tengo completamente abiertos.
Una familia de karatecas
Jennifer Gabriela Servín Amarilla tiene 27 años de edad. Proviene de una familia trabajadora de la ciudad de Fernando de la Mora, en donde ella, con sus otros tres hermanos (Adol, Leila y Jesús), practican el karate desde la infancia, construyendo una esforzada carrera de atletas profesionales.
Leila y Jesús también participaron de las competencias de los Juegos Odesur. Jesús obtuvo una medalla de plata y Leila la de bronce. Adol, debido a una lesión recibida durante una competencia en 2019, no pudo participar, pero acompañó alentando a sus hermanos.
Los padres de estos chicos y chicas, Adol Servín Barrios y Rosy Amarilla, acompañan la pasión y la carrera de sus hijos desde siempre y son tan entusiastas que ambos se inscribieron como voluntarios de los juegos Odesur. Rosy cuenta que ella es la que orienta a los atletas para ingresar a la competencia y el día que vio a su hija gravemente lastimada, quiso correr junto a ella para socorrerla, pero las reglas de la organización se lo impidieron.
Adol, el padre de los karatecas, es abogado y un reconocido dirigente político del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) en su ciudad, Fernando de la Mora. Actualmente es candidato a concejal departamental de Central por su organización política.
Al igual que sus hermanos competidores, Jennifer es casi un personaje de la clásica serie de celebradas películas de Karate Kid (en el caso de ella, sería Karate Litle Girl) o de su actual exitosa continuidad como serie televisiva, Kobra Kai, pero la de ella es una historia real, mucho más meritoria y conmovedora que las de ficción.
Para pagarse sus uniformes y sus entrenamientos, además de impartir clases de karate a niños, niñas y adolescentes en un dojo (escuela de aprendizaje del karate y su filosofía), Jennifer tuvo que trabajar esforzadamente como conductora de la plataforma de transportes Bolt. Recuerda que, en las últimas fiestas de Año Nuevo, apenas pudo pasar a saludar a sus padres y luego ya tuvo que salir a recoger pasajeros durante toda la noche y madrugada, porque necesitaba juntar fondos.
Actualmente, ella y sus hermanos reciben una beca estatal para poder dar continuidad a sus metas deportivas. Jennifer cuenta que seguirá compitiendo, porque quiere llegar a ser la primera paraguaya campeona mundial de karate.
La atleta se recupera satisfactoriamente del ojo lastimado en un sanatorio, en donde las autoridades de la competencia olímpica la trasladaron en una ambulancia, apenas acabó la última pelea que le dio la medalla de plata. Allí recibió la visita de Tirika, la popular mascota de los Juegos Odesur, quien lució un tapabocas para abrazar a la subcampeona en su lecho de internada y posar con ella en una tierna foto que fue celebrada por miles de Tirikalovers.
Desde su lugar de recuperación, Jennifer escribió en sus redes sociales: “Paraguay está para grandes cosas, sigo en el sanatorio, pero cada vez mejor. Así como siempre dicen mis compañeros: El dolor es temporal, la gloria es eterna. Superar cada combate simbolizó para mí un escaner de lo que fue mi vida. Así mismo me enfrentaba a cada cosa que se me presentaba, pero principalmente quiero resaltar algo: yo me entregué a Dios, puse mis sueños en sus manos y cada día hacía mi mejor esfuerzo por alcanzar mis pequeñas metas…”
Sos admirable, Jennifer. Que te recuperes de lo mejor, querida guerrera, y llegues a ser la campeona mundial de karate que soñás ser, aunque debes saber que ya lo sos en nuestros corazones.
______________
Andrés Colmán Gutiérrez es director periodístico de El Otro País – Estas crónicas forman parte de un proyecto colaborativo especial para latribuna.com.py