La Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), concretó´la Operación Maraney, en la Colonia Maraney, distrito de Sargento José Félix López (ex Puentesiño), que culminó con la destrucción total del mayor invernadero de marihuana genéticamente modificada detectado hasta ahora en territorio paraguayo.
Operación Maraney
La “Operación Maraney” desmanteló un engranaje criminal sofisticado, que operaba con una eficiencia de tipo industrial y se sostenía con asesoramiento técnico extranjero, en su mayoría de origen colombiano.
En una zona de difícil acceso del Departamento de Concepción, la fuerza antidrogas intervino cinco parcelas sembradas con variedades de marihuana modificada, conocidas como Marroquí, Skunk y Exótica, desarrolladas para alcanzar concentraciones de THC que, según informes, llegaban al 70%, una cifra sin precedentes en el país.
Fueron erradicadas 10 hectáreas de cultivo ilícito, con un potencial de producción estimado en 15 toneladas, de una droga dirigida al mercado brasileño, donde su valor podía alcanzar los 2.000 dólares por kilo.
La cifra final representaba un perjuicio de unos 30 millones de dólares para el crimen organizado, cuya estructura en esta zona mostró un grado de complejidad logística pocas veces detectado en Paraguay.
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Marihuana en Puentesiño
La intervención también permitió la destrucción de 16 campamentos, la incautación de motocicletas, equipos de radio, estufas, congeladores, así como el desmantelamiento de viveros, hornos de secado, un generador industrial, tanque de agua y hasta un pozo artesiano, revelando un esquema de autosuficiencia preparado para sostener una producción constante.
Con ello, se confirmó que se trataba de un centro clandestino de producción de marihuana “premium”, operando en niveles industriales, y destinado a fortalecer redes criminales transnacionales.
Con esta acción, el Estado paraguayo dio un paso firme en la ofensiva contra el narcotráfico en la región norte, desmantelando una operación que no solo afectaba al país como punto de producción, sino que también reforzaba la estructura de distribución transfronteriza.
La desarticulación de esta red criminal representa un impacto directo contra el flujo de marihuana de alta potencia hacia Brasil, donde su comercialización alimenta a grupos armados, redes de lavado de dinero y circuitos de violencia urbana.
El golpe, ejecutado en un entorno rural, desnuda también la capacidad de penetración del crimen organizado en comunidades periféricas, y pone de manifiesto la necesidad de sostener una presencia estatal permanente en zonas históricamente vulnerables.
La “Operación Maraney” no solo erradicó plantaciones, sino que interrumpió temporalmente un modelo de negocio ilícito de alta rentabilidad, que operaba con conocimiento técnico, estructura logística avanzada y coordinación transnacional.
El resultado inmediato de la intervención se tradujo en la eliminación de un punto neurálgico de producción y en una pérdida económica contundente para el narcotráfico, pero también en un mensaje político sobre la voluntad de las instituciones de mantener una postura activa y de confrontación directa en zonas sensibles del país.
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