La falta de habilidad política, creo, es la mayor debilidad del Presidente electo Javier Milei. Sin embargo, su decisión de impulsar cambios es su gran virtud, su fortaleza y el eje central de su estrategia gubernamental. Los argentinos votaron por muchas cosas concretas, pero también dejaron una gran incógnita sobre la personalidad de Milei. Este aspecto no es menor, ya que la característica principal de todo político exitoso es la gestión basada en una alta diplomacia personal.
La cuestión es ver qué aspecto triunfa: ¿su fuerza o su debilidad? Será extremadamente difícil transitar por ambas vías, ya que se contraponen en principio. Tendrá que optar necesariamente y no podrá convivir con ambos aspectos. Los extremos no conducen a buen puerto; la sabiduría estará en equilibrar los intereses.
La mesa está servida, pero los platos están vacíos. El estado no seguirá contando con la máquina de imprimir billetes del Banco Central. Explicar a dónde condujo esto no tiene sentido, pues Milei lo tiene más claro que nadie.
Ahora bien, si tenemos la mesa puesta pero los platos vacíos, ¿vendrán los comensales a dialogar o se meterán en sus guaridas a disfrutar de lo guardado e iniciar un plan de desestabilización? Lo más probable es que ya esté ocurriendo, pero no tendrán nada que ofrecer más adelante, ya que los ladrones y corruptos siempre guardan el botín para ellos.
Así que el convite está marcado para el 10 de diciembre, donde los únicos que no entrarán son los trajes rayados, es decir, los que estuvieron siempre. La ironía será tal vez la esencia más utilizada, y de ocurrir así, los cambios se irán dando. Confío plenamente en la sabiduría, confío hasta en la cordura de quienes equivocaron el camino. La encrucijada es real y, si no se gira de rumbo, el precipicio está muy próximo.
Démosle un tiempo prudencial y confiemos. Humildemente confieso que, en lo personal, no me gustaría profundizar en lo que denomino tiempo prudencial, pues a ciencia cierta no existe. Lo trasladaré a los preceptos bíblicos, que nos enseñan: «Los tiempos de Dios son perfectos», aceptando que la debilidad humana es siempre insatisfecha.
Por todo lo dicho y reflexionando sobre las aristas personales del Presidente electo, lo tangencial no deja de ser relevante. En síntesis, la realidad es única y una situación económica desastrosa requiere sacrificios. Sin ello, ¡no habrá cambio!