El distanciamiento de Venezuela de los valores democráticos no solo ha generado una grave crisis política, económica y social en su territorio, sino que también lo ha convertido en un socio estratégico de regímenes autoritarios, como el de Irán, y en un territorio clave para las operaciones de grupos extremistas internacionales, como Hezbollah.
Esta peligrosa alineación geopolítica, que tiene graves implicancias para la seguridad regional, no es fortuita, sino la consecuencia directa de la consolidación de un régimen que prioriza la permanencia en el poder por encima del respeto a las instituciones democráticas y los derechos humanos.
La relación entre Venezuela e Irán, fortalecida en las últimas dos décadas, no solo se limita al ámbito económico o político, sino que también involucra actividades ilícitas, como el financiamiento de grupos terroristas y el uso de la región como plataforma para operaciones encubiertas. En este contexto, Hezbollah, conocido por sus actividades terroristas y criminales, ha encontrado en Venezuela y otros países aliados un espacio fértil para su expansión y financiamiento.
Desde Paraguay, uno de los primeros países en reconocer a Hezbollah como grupo terrorista, sabemos que esta amenaza no es una teoría lejana, sino una realidad que afecta directamente a nuestra región.
La inteligencia paraguaya ha sido protagonista en detectar en su momento actividades sospechosas relacionadas con esta red, como lo evidenció el caso del famoso avión iraní detenido en Argentina en junio de 2022, que realizó escala previa en Paraguay y cuya tripulación incluía miembros vinculados a la Fuerza Quds de Irán y Hezbollah. Este hecho confirmó los riesgos latentes y la presencia de actores que representan una amenaza para la seguridad del Cono Sur.
El caso del avión iraní demostró que las redes de cooperación entre Venezuela, Irán y grupos terroristas están activas en nuestra región, utilizando rutas comerciales, financieras y logísticas para evadir controles internacionales y expandir su influencia clandestina.
Esto es una advertencia para los países de América Latina sobre los riesgos que implica el debilitamiento de las instituciones democráticas y la penetración de intereses ajenos que promueven la desestabilización y la violencia.
Desde Paraguay, reafirmamos que la única manera de frenar estas alianzas peligrosas es a través de la defensa de la democracia, el fortalecimiento institucional y la cooperación internacional efectiva.
El distanciamiento de Venezuela de la democracia no solo ha sido un problema interno, sino un riesgo global que afecta la estabilidad y la seguridad de toda la región.
La historia reciente nos recuerda que los regímenes autoritarios, tarde o temprano, terminan siendo utilizados como herramientas por actores externos para expandir su agenda de conflicto y desestabilización.
Por ello, el retorno de Venezuela a los valores democráticos no solo es un deseo del pueblo venezolano, sino una necesidad urgente para la paz y la seguridad de América Latina.
Por: Esteban Aquino, Analista y Consultor Internacional1
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- Esteban Aquino: Economista, Politólogo, Abogado, Magister en Ciencias Políticas, Magister en Planificación y Conducción Estratégica Nacional, Conferencista y Analista internacional sobre Terrorismo Global, Exministro de Inteligencia del Paraguay, Egresado de la Academia Diplomática y Consular (MRE) ↩︎