Desde Jesucristo, Mahoma, los filósofos griegos, Marx y Gandhi, el avance de la civilización estuvo marcado por una visión altruista, idealizando una sociedad armónica, igualitaria y justa, aborreciendo la maldad y la injusticia. Obviamente, es imposible realizar paralelismos en el tiempo, debido a los escenarios y actores de cada época.

Pensando linealmente y ubicándonos en la actualidad, se observa una radical diferencia en la visión política global desarrollada, incluyendo a los principales exponentes de las naciones, a las corporaciones e incluso a las organizaciones mundiales como la ONU y el Foro Económico Mundial, entre las más relevantes.

Más allá de los enunciados de estas mega organizaciones, lo concreto es que la política global ha generado un nuevo sistema donde las ideas e ideologías humanistas han prácticamente desaparecido. Esta nueva tesis está dirigida a las sociedades y ha permeado en una nomenclatura general, donde el orden social es establecido por la conjunción de élites de poder económico nunca vistas en la historia.

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¿El fin, o el final?! Es mi interrogante sobre la paradoja que nos plantea la Agenda 2030. Esta representa un consenso multilateral entre gobiernos y actores diversos, capaz de tornar compatibles las políticas nacionales a favor del empleo con derechos y el desarrollo, con la expansión del comercio internacional y la prevención de conflictos.

Esta definición elegante esconde sus verdaderos intereses y peor aún, a sus ideólogos.
A mi criterio, quieren controlar tu vida y productividad.

El Foro de Davos es la representación del espacio de decisión y fue creado entre cuatro paredes, a espaldas de todos. Su naturaleza es híbrida y se comenta, en los altos círculos de poder mundial, que en la elaboración de los famosos 17 objetivos centrales de la misma participó la inteligencia artificial creada por ellos.

Los denomino ‘ellos’ porque, en realidad, nadie ha podido probar e identificar quiénes son ni cómo funciona la estructura interna del poder en el primer círculo. Si bien existen renombrados multimillonarios que aparecen como los principales gestores, nadie sabe quién manda allí.

¿A dónde quiero llegar? Durante los últimos 2000 años, el ser humano ha tenido la capacidad de aceptar o rechazar ideas y sistemas. La Agenda 2030 parece ser una simbiosis moderna de la Biblia, el Corán y el Manifiesto Marxista, que los gobiernos han debido aceptar por fe y no por razón.

Eso se ha visto reflejado en las tibias negociaciones y en los acuerdos resultantes, donde todo pensamiento teológico, político, económico, social e intelectual queda al margen de la crítica, lo cual es extremadamente grave.

¿En el futuro quién gobernará?! Es la gran interrogante: las naciones o las estructuras supranacionales, sin ninguna limitación y, peor aún, sin ninguna legitimidad.
De seguir avanzando esta situación, será el ocaso de la soberanía, de la democracia y de la libertad del ser humano.

¿Dónde el derecho individual y público estará sujeto a las obligaciones y deberes dispuestos por ellos? ¿Dónde tu consentimiento estará comprometido, sin tu conocimiento?

En otros términos, las constituciones republicanas basadas en identidades socioculturales y las innumerables declaraciones de derechos humanos entre países democráticos serán aguas de borrajas.

No deseo ser pesimista y me aferro a los grandes hombres de la humanidad mencionados al principio de este artículo. Ellos han trascendido por su humildad y coherencia, sin ningún interés de enriquecerse y mucho menos de controlar la conducta y la libertad del ser.

Tiempo atrás había escrito sobre la gran diferencia que existe en el discurso político de los líderes políticos de las últimas décadas y los actuales. Anteriormente, la ética y el respeto al pensamiento estaban presentes y consagrados como una forma de relacionamiento.
Hoy, el discurso político es atroz, cargado de emociones que dividen a la sociedad en frágiles fragmentos.

Definitivamente, este cambio de paradigmas nos recuerda la frase: “Divide y reinarás”, de Nicolás Maquiavelo.

Finalmente, estamos ante una nueva versión de la historia e ignoro cómo resultará. Pero no me cabe duda de que quienes la escribirán serán ellos y la inteligencia artificial. La cuestión es, cuando llegue ese tiempo, ¿quién estará gobernando realmente? ¿Ellos o su creación artificial?

Imposible de adivinar.

Pero qué fascinante es la interrogante, ¿verdad?!

Juan Carlos A. Moreno Luces
Sociólogo paraguayo para LA TRIBUNA
Louisville, Kentucky, USA