El 15 de agosto venidero asumirá un nuevo gobierno, electo en los comicios realizados ayer.
Cada vez que esto ocurre cada cinco años, la expectativa de los deportistas se vuelve tensa y rebrota el temor por experiencias pasadas vividas en torno a que clase de ministro de deportes designará el nuevo encargado del despacho presidencial.
En todas las latitudes, los deportes presentan una necesaria dualidad conductiva: por una parte, la función privada, técnica si se quiere, que es la que los dirigentes naturales de las diferentes disciplinas ejecutan y por otro la tutela y control por parte del Estado.
El relacionamiento entre ambos (en nuestro pais Comité Olímpico Paraguayo y Secretaría Nacional de Deportes) debe ser armonioso y el trabajo conjunto, inteligente y coordinado para el logro de los objetivos de progreso trazados.
En los últimos años se pudo apreciar esa armoniosa gestión que se tradujo en un clamoroso suceso con la organización de Odesur Asunción 2022, que estuvo a punto de perderse por equivocados procedimientos iniciales del ente estatal que felizmente se pudieron corregir y solucionar a tiempo.
Paraguay cambió su imagen de furgón de cola en materia de mega-organizaciones de este tipo para convertirse en anfitrión de numerosos eventos internacionales posteriores y alienta nuevos desafíos como los panamricanos juniors de 2025 que merecen que sean manejados por quienes demostraron su capacidad de realización el año pasado en los inéditos Odesur cuya valiosa experiencia no se puede tirar por la borda e improvisar a cambio de promesas o la devolución de favores políticos. Lo peor que puede pasar es la improvisación en tan delicadas funciones, dejando de lado a quienes ya cuentan con el capital valioso de sus conocimientos en una materia tan compleja.
Los recientes juegos por otra parte, dejaron una envidiable infraestructura, que está siendo muy bien aprovechada y lo será más aún en el futuro inmediato.
No siempre se da el nombramiento ideal. Lamentablemente, a la hora de devolver favores políticos, este cargo es como una suerte de “comodin” para acomodar en un cargo importante y que no requiere hasta hoy una especifica formación académica en el area para ocupar esta función.
Se han dado ultimamente designaciones de políticos no capacitados para cubrir la función que se les asigna. La regla es que sean idóneos y expertos quienes deban asumir esa responsabilidad. Pero el deporte ha debido soportar gente que seguramente ha tenido la mejor disposición y buena voluntad, pero carente de los conocimientos básicos acerca de la problemática que tenían enfrente y que no sabían como enrarar y resolver.
Por eso, se espera que predomine el buen criterio, la coherencia y la sensatez a la hora de otorgar el importante cargo a quien esté adornado más que por aptitudes políticas por idoneidad y conocimiento de la materia sobre la que tendrá que ejercitar su acción, para que no se repitan dolorosas experiencias pasadas.