Cada hora que pasa, los demócratas estadounidenses ven desmoronarse con mayor fuerza la posibilidad de que su actual presidente, Joe Biden, pueda seguir en carrera. Las estadísticas actuales no le permiten pensar que algo mágico pueda ocurrir para que sus adherentes lo sigan sosteniendo como un candidato potable. El caso se va cerrando, más aún con la posición abiertamente anti-Biden de varios de sus principales donantes. Figuras comprometidas con las causas sociales, progresistas e incluso el ala conservadora del partido demócrata, han tenido reuniones en la búsqueda de una salida decorosa del actual mandatario.
En los últimos días, el presidente se mostró con su familia tratando de convencer al público sobre su fortaleza, pero de nada ha servido. Las críticas fueron subiendo de tono y, para colmo, su adversario, el expresidente Trump, salió tremendamente fortalecido del atentado en su contra. Agregar datos al respecto no tiene mucho sentido, pues aún hay aspectos oscuros que no tienen lógica y solo sirven para estimular teorías conspirativas.
Hoy me quiero referir a Michelle Obama, quien durante el mandato de su esposo se ganó la consideración de un gran sector de la sociedad americana. Fue consolidando su fortaleza política desde su fundación y sus labores filantrópicas. Esto no es mera casualidad; esto es una carrera política diferente, estratégicamente e impecablemente desarrollada. Michelle fue cultivando una estrecha relación con la sociedad y, por sobre todo, con los principales medios de prensa, quienes forman parte activa de esta construcción silenciosa. La imagen de Michelle se modificó y dejó de ser la ex primera dama para convertirse en una referente pública comprometida con causas de alto contenido social, cultural y de temas sensibles a nivel mundial.
De concretarse su candidatura, podríamos afirmar que las élites del poder real fueron eficientes en la elección de ‘la sirena’. La defino así, pues la mitología le confiere a esta figura una dimensión mágica con una alta capacidad de seducción. De ser candidata y verla debatir con Trump ya será algo increíble y un privilegio, acercándonos a la profecía de Los Simpson. Los hombres sin rostro que gobernaron con la pluma del presidente Biden podrían ser los mismos que han ido desarrollando paralelamente el proyecto Michelle. Esta posibilidad es más que probable, basada en que toda teoría emerge a la realidad en el momento exacto de la casualidad y sus circunstancias.
A esta fantasía sumamos a Nancy Pelosi, la fuerte senadora y ex portavoz de la Cámara. Ella es una experta articuladora de hechos que marcaron sendas victorias en la política. La senadora Pelosi es una de las principales protagonistas de la posibilidad de que Michelle llegue a la Casa Blanca. No quiero alargar más esta idea. Solo deseo que el tiempo nos permita vivir un nuevo atrayente episodio de esta historia. En este caso, no es ficción como la serie de Los Simpson. Lo concreto es que la situación interna del partido demócrata escapa a la lógica política de la doctrina clásica y vive un momento supra trascendental, donde retroalimenta el pensamiento especulativo buscando solucionar la crisis, cumpliendo los principios constitucionales. Y esto solo se dará si Biden renuncia. Finalmente, pronto sabremos si ‘la sirena’ será parte de esta apasionante historia.
Juan Carlos A. Moreno Luces
Sociólogo paraguayo, corresponsal para La Tribuna.