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viernes, 22 de noviembre de 2024
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Brújula deportiva: Los clubes que saben valorar la historia

Por PEDRO GARCIA GAROZZO

El deporte de un país, se torna floreciente en la medida en que las federaciones lo son. Una federación lo es en tanto y cuanto los clubes que la componen lo sean. Para que haya una entidad asociada exitosa, es necesario que muchos clubes que la conforman lo sean. Y sus merecimientos, fruto de la multiplicación de sus esfuerzos, emprendimientos y logros, pueden alcanzar a más de una entidad federada a la vez.

Es la característica de las instituciones polideportivas, que nutren a las federadas con sus afanes y sus conquistas y cuyos atletas de diversas modalidades, robustecen los planteles seleccionados de distintos deportes.

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Desde sus mismos orígenes, el Paraguay fue bendecido por clubes engalanados con estas características y atributos. El mismo Decano, que se puede decir que nació con el siglo pasado, el Club Nacional de Regatas El Mbiguá es el primer edificante ejemplo, al impulso del mismo Padre de las disciplinas del músculo en el país, William Paats, tambien fundador del club Olimpia, pionero en el futbol e impulsor de la hoy APF.

Inspirado en ese verdadero arquetipo e impulsado por el mismo gran mentor, surgió el Deportivo Sajonia, hoy una de las instituciones modelo en su género, con una treintena de disciplinas en constante práctica y con participación de sus cultores tanto a nivel nacional como internacional.

El crecimiento superlativo de la entidad naranja, le hizo cruzar el rio para echar raíces tambien en el Chaco. Y hasta dio lugar a que con la generosa savia de su emprendedora dirigencia, se forje otra entidad que nació como Club Internacional de Tenis (CIT) cuando ya no cabia tanta actividad tenstica en los courts naranjas, y que hoy se constituye en el más importante complejo de este deporte en el país y se expande como otra verdadera usina de talentos polideportivos.

Los valores que atesoran estas entidades, van más allá de lo meramente temporal o actual. Por citar solo un ejemplo, el ya mencionado CIT, en su momento rindió más que merecido homenaje al deportista paraguayo del Bicentenario, nombrando su court central como Victor Manuel Pecci.

Tuichá la diferencia con el triste caso de un club de futbol profesional (Libertad), que no solo hoy no aprecia sino rechaza y borra el nombre de un prócer de su dirigencia baloncéstica, por recomendación fría y sin sentimiento alguno de los expertos en marketing que recomendaron cambiar el nombre de Carlos Montalbetti por el de “La Huertita”.

Habrá hasta quienes aplaudan que hoy el coliseo tenga un nombre más corto, moderno, entrador y comercialmente más apto para ser explotado. Pero en su inspiración metalizada y nula espiritualidad, los gestores de este insólito cambio dejaron totalmente eclipsada la autenticidad y ponderación de valores que con justicia en su momento llamó a la dirigencia gumarela a reconocer los méritos de un dirigente que no solo supo ser exitoso conductor del basquetbol en el club sino de su propio bolsillo financió la construcción de ese coliseo. Y fue el gran impulsor de unos juegos universitarios que son hasta hoy recordados como el más grande suceso polideportivo en su época en el Paraguay, así como presidente de la selección subcampeona mundial de fútbol universitario en los ya lejanos años setenta y ochenta del siglo pasado. E inclusive ejerció la presidencia del club albinegro.

Ya lo advertía el gran pensador jamaiquijno Markus Mosiah Garvey que quienes desconocen, olvidan o desprecian la historia son “como un árbol que no tiene raíces” y por tanto, destinados a desaparecer.

El jueves ultimo, el Deportivo Sajonia propició un hermoso acto de reconocimiento a quienes han destacado en el basquetbol aprendiendo a jugar en la entidad o defendiéndola en competiciones oficiales y cuyos méritos han trascendido en la selección nacional y conquistado lauros desde el primer titulo sudamericano femenino de 1952 hasta los más recientes de ODESUR 2022.

Reflexionando en estas situaciones enfrentadas, entendemos por que una entidad no deja de florecer y progresar polideportivamente, y otra salvo las disciplinas conexas que engloba hoy la APF aparte del futbol mayor, así como borró el nombre del ilustre Carlos Montalbetti, dejó de lado casi todos varios deportes que supo cultivar tiempo atrás y en el único que sobrevive (el baloncesto) mezcla el seductor pero frío mercantilismo galopante empresarial y sepulta los prístinos y auténticos valores de la espiritualidad y la historia deportiva.