La semana posterior a la Semana Santa ha estado marcada por varios acontecimientos económicos, tanto a nivel global como regional, que tienen implicaciones directas para el Paraguay. En este artículo veremos uno a uno estos temas y cómo inciden en nuestro día a día a través de sus efectos sobre los precios de los alimentos, el empleo, el acceso al crédito y el valor de nuestra moneda.

1. Tensión en los precios agrícolas

Esta semana se han publicado reportes internacionales sobre las cosechas de soja y maíz para el ciclo 2024-2025. Los datos muestran que el precio de estos productos —clave para Paraguay— está bajo presión por el mal clima y las tensiones comerciales entre grandes potencias como Estados Unidos y China.

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Esto nos afecta directamente: casi el 50 % de nuestras exportaciones dependen de la soja. Si el precio cae o la cosecha se reduce, el país recibe menos dólares. Eso puede afectar el valor del guaraní, aumentar los precios de productos importados y hacer que el Estado tenga menos ingresos para invertir en servicios públicos. Aunque nuestra economía creció 4.2 % en 2024 gracias al campo, seguimos siendo muy dependientes de ese sector.

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Por eso es importante diversificar: apostar por otros cultivos y fortalecer sectores como la energía, donde Paraguay tiene ventajas. También es clave mantener relaciones sólidas con países como Brasil y Argentina —principales socios comerciales—, ya que si a ellos les va mal, las exportaciones paraguayas también se resienten.

2. Carne paraguaya y el mercado internacional

La apertura del mercado estadounidense a nuestra carne bovina en 2023 fue una gran noticia. Sin embargo, si continúan las políticas proteccionistas —como los nuevos aranceles en Estados Unidos— podríamos enfrentar barreras que limiten esas exportaciones.

Una caída en la demanda afectaría el ingreso de divisas, presionaría las finanzas del Estado y podría hacer que el país tenga que pagar más intereses por su deuda pública. Por eso, es vital mantener una estrategia comercial diversificada, buscando acuerdos con países como Singapur y aprovechando mejor los vínculos regionales del Mercosur.

3. Inversión pública

En el primer trimestre de 2025, Paraguay alcanzó niveles históricos de inversión pública, destinando más del 74 % del gasto a salud, educación y seguridad. Esta es una excelente señal para el desarrollo a largo plazo, ya que fortalece la base productiva del país.

Si bien esta expansión del gasto ha elevado el déficit fiscal a un 2.8 % del PIB, esto abre oportunidades para explorar nuevas opciones de financiamiento que no afecten el ratio deuda-PIB, y así evitar la desconfianza entre los inversionistas y el encarecimiento de la deuda. Es importante seguir apostando por proyectos estratégicos, como los de infraestructura financiados por organismos internacionales, pero sin perder de vista la sostenibilidad fiscal.

¿Y cómo nos afecta todo esto en la vida diaria?

Cuando el país exporta menos o recibe menos inversión extranjera, hay menos dólares en circulación. Esto puede hacer que el guaraní pierda valor, encareciendo productos importados como combustibles, alimentos o tecnología. También puede aumentar el costo de financiamiento para el Estado, lo que termina afectando el presupuesto para obras públicas o programas sociales.

Por otro lado, si los mercados internacionales perciben que Paraguay es un país estable, confiable y bien administrado, se reducen los riesgos y los costos de endeudamiento bajan. Eso se traduce en más inversión, más empleo y mejores condiciones económicas para todos.

La Semana Santa dejó un escenario mixto para Paraguay, entre oportunidades impulsadas por sectores como el turismo interno y la energía, y desafíos por la volatilidad de los precios agrícolas, el aumento del proteccionismo global y la presión fiscal.

Nuestra economía cuenta con fundamentos sólidos —como un bajo nivel de deuda, reservas internacionales robustas y grado de inversión—, que nos permite centrarnos en avanzar hacia la diversificación productiva y en una mayor integración regional. Así podremos sostener el crecimiento proyectado del 3.5 % para 2025, protegernos de los vaivenes globales y seguir construyendo un país más resiliente, competitivo y equitativo.

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César Addario Soljancic, vicepresidente regional de EXOR Estructuradores Financieros