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miércoles, 4 de diciembre de 2024
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Critican la explotación minera en el novenario de Caacupé

En el marco del sexto día del novenario a la Virgen de Caacupé, el Padre Blas Arévalos, administrador apostólico de la Diócesis de Villarrica, ofreció una homilía centrada en la esperanza para los sectores más vulnerables y a su vez realizó una dura crítica a la explotación minera de Paso Yobái, departamento del Guairá. Inspirado en la vida de Jesús, quien abrazó a los rechazados y defendió la dignidad humana, el sacerdote llamó a la Iglesia y a la sociedad a convertirse en agentes de cambio y esperanza para los desprotegidos.

Arévalos destacó cómo la acción de Jesús reveló un amor incondicional de Dios, especialmente hacia quienes son excluidos por criterios sociales basados en la riqueza o el poder. Denunció la lógica del consumismo y el dominio que relega a los vulnerables, enfatizando que todos los seres humanos tienen derechos fundamentales como el acceso a trabajo seguro, agua potable, alimentación, vivienda digna y un medio ambiente saludable.

Problemática de la explotación minera

En ese sentido, el sacerdote abordó la problemática de la explotación minera en Paso Yobái, una «herida sangrante» de la región del Guairá. Denunció el uso de sustancias contaminantes como el cianuro y el mercurio, que dañan tanto al medio ambiente como a las comunidades locales.

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El padre destacó los esfuerzos de la Pastoral Social de Villarrica y otras instituciones, que han identificado alternativas tecnológicas menos contaminantes, como el uso de productos basados en fertilizantes para la extracción de oro. En su llamado, instó al Estado y a las autoridades locales a asumir su rol de reguladores para garantizar un desarrollo responsable y sostenible.

La homilía también incluyó una reflexión sobre las responsabilidades de la Iglesia. Según el sacerdote, ser cristiano implica mucho más que orar y cumplir preceptos; requiere actuar en favor de los pobres, denunciar las estructuras de pecado que perpetúan la pobreza y la exclusión, y organizar respuestas comunitarias desde las parroquias y diócesis. Citando a los Papas Benedicto XVI y Francisco, el sacerdote recordó que la caridad es la esencia de la misión cristiana y debe ir de la mano con la justicia social.

En su mensaje final, el Padre Arévalos instó a los fieles a imitar a Jesús en su compasión y cercanía con los marginados. Clamó por una Iglesia viva, acogedora y misericordiosa, capaz de ser un refugio para quienes sufren. Encomendó esta misión a la intercesión de la Virgen de Caacupé, «Madre de los pobres y consuelo de los afligidos», encerró.

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