El cuarto día del novenario de la Virgen de Caacupé estuvo marcado por la emotiva participación de las comunidades indígenas del Chaco paraguayo en la Peregrinación Nacional de Indígenas. El administrador apostólico del Vicariato del Pilcomayo, Padre Miguel Flitz, dio una homilía que resonó con la esperanza y los desafíos de los pueblos originarios, denunciando injusticias sociales y ambientales que afectan profundamente a estas comunidades.
El acto inició con lecturas litúrgicas en idiomas ayoreos y nivaclé, además de un Evangelio de San Lucas proclamado en español y guaraní, evidenciando la riqueza cultural y lingüística de los presentes. El Padre Flitz dedicó su mensaje a los pueblos indígenas, mencionando la masiva presencia de comunidades nivaclé, guaraníes y ayoreas, entre otras, que viajaron desde regiones lejanas para rendir homenaje a la Virgen.
En su homilía, el sacerdote abordó los problemas que enfrenta el Chaco, desde la sequía y los incendios forestales hasta el desvío de recursos naturales y las dificultades de acceso al agua potable. Denunció actos de corrupción e indiferencia que impactan tanto a los indígenas como al medio ambiente. «Violar la naturaleza es una blasfemia, es como escupir en la cara de Dios», afirmó, señalando que las políticas públicas y la falta de escrúpulos de ciertos sectores contribuyen a un círculo vicioso de exclusión y sufrimiento.
Promesas inclumplidas con los Indígenas
El Padre Flitz también reflexionó sobre las promesas incumplidas hacia los pueblos originarios, muchas veces obligados a migrar a las ciudades en busca de supervivencia. Hizo un llamado a respetar sus derechos fundamentales, entre ellos el acceso al agua, la tierra y una vida digna. Citó la doctrina social de la Iglesia y la Constitución Nacional, enfatizando que los derechos indígenas son parte integral de una sociedad justa.
La esperanza, sin embargo, también tuvo un lugar central en su mensaje. El sacerdote destacó logros recientes, como la liberación de indígenas encarcelados injustamente y la promesa de otorgar títulos de tierras a comunidades que llevan décadas esperando. «Podemos perder muchas cosas, pero jamás la esperanza», recalcó, inspirando a la multitud a ser «peregrinos de esperanza» en un mundo marcado por desigualdades.
El encuentro en Caacupé se convirtió en un espacio donde la fe, la cultura y la lucha por la justicia se entrelazaron. La presencia de miles de indígenas en la Basílica fue, como señaló el sacerdote, un signo tangible de esperanza y un llamado a la acción para construir un futuro más equitativo y sostenible para todos.
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