Marcelito, el niño de 10 años que nació con problemas congénitos de formación en su mano izquierda, va mejorando luego de su primera intervención quirúrgica que permitirá separar sus dedos. Luego de perder en dos oportunidades sus esperanzas para una correcta operación a causa de personas inescrupulosas, hoy va camino a mejorar su calidad de vida.
Finalmente se realizó en la semana la primera intervención quirúrgica al niño Marcelito, personas de buen corazón se juntaron, instituciones, profesionales, se cubrieron todos los detalles para que él y su familia puedan llegar del interior y lo acompañen en el inicio de un largo proceso que van a pasar para poder llegar a la completa recuperación física.
El inicio de todo
Marcelito nació con un inconveniente congénito en las manos, algunos dedos de la mano izquierda se encontraban pegados en la misma posición que el pequeño estaba en el momento de su formación en el útero de la madre.
Por alguna razón genética, nació así y al llegar al mundo fue tan evidente su condición, que el padre decidió ahorrar para someterlo a una intervención correctiva para de esa forma dar la posibilidad de una mejor calidad de vida a su pequeño hijo. Fue así que fue juntando, centavo por centavo el dinero que le permitiría operar al niño.
Ya con 10 años de ahorro, la cantidad que tenía guardado en su casa era millonaria y teniendo la posibilidad de entregar ese dinero a otro tipo de calidad de vida para el menor, ellos no gastaban lo que tenían en otra cosa más que en las atenciones médicas que lo llevarían a su intervención. Un tremendo control de voluntad, digno de aprender.
Pero un día ocurrió la desgracia, un ladrón ingresó a su casa y llevó todo lo que recaudaron en los 10 largos años de vida del chico. Se llevaron todo y las esperanzas de recuperar una de sus extremidades superiores se perdía con lo que ocurrió.
El caso comenzó a tomar vuelo con la cobertura periodística policial informando sobre el robo y fue tomando notoriedad mediática por la parte humana que había detrás. Para llegar a tener el impacto que logró su caso, incluso muchos colegas comenzaron a publicar imágenes personales sensibles con el fin no tan ético de conseguir la fuerza necesaria de su caso en la opinión pública. Una temeraria maniobra que tuvo el impacto necesario a pesar de no ser del todo recomendable.
Finalmente su caso conmovió a todos y Marcelito comenzó a tener el apoyo de personas, pero ya no de su barrio o propia ciudad, sino de todo el país, que se ponían a disposición de la familia para ayudar aportando para que esa esperanza vuelva.
Segunda decepción en poco tiempo
Con Marcelito en boca de todos, se habilitó una billetera electrónica a nombre del chico en una de las telefonías de mayor cobertura. Desafortunadamente el dinero que fue depositado en esta vía, también desapareció y desde la empresa no pudieron hacer mucho para recuperar el monto.
Si aquella primera vez devastó los ánimos de la familia del niño, esta segunda fue un balde de agua fría para todos. Una vez más se encontraban con saldo cero para la intervención quirúrgica y era algo que ya debieron haber hecho con mucho menor edad pero nunca alcanzaron el monto, cuando lo alcanzaron ya el niño creció y para completar, los robaron.
Estas emociones muy fuertes, llevaron incluso a renegar de las situaciones que nos encontramos.
No es fácil afrontar un proyecto de vida a futuro si de la noche a la mañana se derrumba. Esto fue lo que ocurrió e incluso hizo tirar la toalla al padre que no podía creer que le entreguen esta prueba, luego de pasar por tanto y que dos veces tengan que pasar por el mismo quebranto lo carcomía al padre.
La luz al final del túnel
En medio de su desesperación por nuevamente volver a comenzar, apareció el doctor Jesús Marín, médico cirujano que se ofreció voluntariamente a operar al pequeño Marcelito de forma gratuita. Su ofrecimiento tomo estado público con la prensa y rápidamente se contactó con los familiares para conocer la historia y parte del historial médico de la criatura.
Una vez se produjo el primer contacto entre el profesional y el progenitor, el mundo comenzó a girar para que se den de a poco las situaciones que llevaron a la primera intervención.
Una señal de que esto estaba siendo orquestado de una forma natural es el llamado que recibe al poco de darse a conocer la voluntad del doctor Marín para operar al nene, suena el teléfono del galeno y del otro lado estaba Juan Almirón, del Sanatorio Santa Bárbara, poniendo a disposición su sanatorio y lo que haga falta para operar a la criatura.
Al rato el doctor Marín devuelve la llamada a los familiares y juntos organizan la venida a nuestra capital para iniciar los primeros pasos de varios, para que Marcelito inicie su nueva vida que le daría contar por primera vez con una mano funcional.
Tratamiento médico e intervención
Al sortear los escollos y llegar a nuestra capital, se procedió a la primera entrevista entre paciente y médico. Ahí Marín encontró que se trataba de un caso de complejo que requeriría de varias intervenciones para llegar a completar, si no al 100% pero mínimamente el 90% de la movilidad útil que esa extremidad podría ofrecer.
Complejo porque, según seguía explicando el profesional, los dedos de Marcelito además estaban únidos por una única arteria que irrigaba y esta tiene que volver a dividirse como lo tiene una mano normal para que pueda irrigar sangre a cada dedo. Este es un escollo que se pretende sobrepasar dentro de la serie de operaciones.
Fue así que se procedió a la primera cirugía con resultados tan alentadores que a las pocas horas de la intervención, el paciente ya podía tomar el dedo pulgar y el índice de modo a que forme una letra “O” con los dedos. Eso indica una linda evolución que ya para hoy miércoles 18 de enero ya podía estar de alta y luego de una semana se le coloca una terapia de ayuda conocida como “Tracción de Duncan” que se hace con gomitas para iniciar la movilidad.
En cuanto a la segunda intervención, esta debería de realizarse a los tres meses aproximadamente y se hará dentro de las posibilidades.
Costos de la operación
Dentro de los costos que pudo ser pagado por la familia, esta fue totalmente cero. Ningún guaraní se gastó en todo lo que conllevó la intervención y los insumos. Esto gracias al gesto de personas que no sólo fueron visibles dentro de todo lo que llevó mover a la familia desde Itapúa, llegar a la capital, preparar la intervención, sino también a pequeños gestos de anónimos que lo hecho fue más importante que dar a conocer sus propios nombres por el bien de Marcelito.
Y la lista no termina aquí, ya que para las siguientes intervenciones, otros profesionales ya se pusieron sus agendas a disposición de Marcelito y su familia para completar esta maratón de ayuda sin interés alguno con el fin de que lleve una mejor vida. A esto se suma otros centros asistenciales que también están esperando las órdenes correspondientes para ayudar en sus posibilidades.
Una demostración de lo mucho que se puede hacer, pese a las dificultades que la propia vida nos impone y si el deseo de salir adelante está firme, el resto llega solo y sin pedir nada a cambio.