El Papa Francisco en su mensaje Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo), por el día de la Navidad, citó lugares de conflictos armados como algunos escenarios de la tercer guerra mundial: Ucrania, Ucrania, Siria, Israel, Palestina, Haití y Líbano. Oró por el cese de las guerras y pidió a Dios para que ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas.
El Pontifice pidió este domingo recordar en las oraciones “los rostros de los hermanos y hermanas ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción ocasionada por diez meses de guerra”.
El Papa también oró por América Latina para que Dios inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad en el continente americano, a esforzarse por pacificar las tensiones políticas y sociales que afectan a varios países. Recordó las grandes desigualdades sociales y pidió que nos comprometámonos todos —en primer lugar, los que tienen responsabilidades políticas- para que los alimentos no se utilicen solamente como instrumentos de paz sino que sea distribuido como un derecho fundamental de las personas.
Dijo también que desde que comenzó la guerra en Ucrania, poblaciones enteras en Afganistán y los países del Cuerno de África, están sufriendo la carestía. Las guerras provocan hambre, afirmó el Papa, y usan “la comida como arma, impidiendo su distribución a los pueblos que ya están sufriendo”.
Además, hizo un llamamiento para “que el Señor nos disponga a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo» y pidió poner fin a las guerras.
“Lamentablemente, se prefiere escuchar otras razones, dictadas por las lógicas del mundo. Pero la voz del Niño, ¿quién la escucha?”, manifestó Francisco. Recordó que Jesús, al nacer en un pesebre, nos dejó el mensaje de que todos debemos ser solidarios con los más necesitados.
En la navidad se le ignora a Jesús
El Papa dijo que hoy como en ese entonces, Jesús, la luz verdadera, viene a un mundo enfermo de indiferencia, que no lo acoge, más bien lo rechaza, como ocurre hoy día con los extranjeros, o se le ignora a Jesús, como pasa con los pobres.
«No nos olvidemos hoy de tantos migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de consuelo, calor y alimento. No nos olvidemos de los marginados, de las personas solas, de los huérfanos y de los ancianos que corren el riesgo de ser descartados; de los presos que miramos sólo por sus errores y no como seres humanos», indicó.
«Belén muestra la sencillez de Dios, que no se revela a los sabios y a los doctos, sino a los pequeños, a quienes tienen el corazón puro y abierto como los pastores. Nos pide que como ellos, vayamos también nosotros sin demora y dejémonos maravillar por el acontecimiento impensable de Dios que se hace hombre para nuestra salvación. Aquel que es fuente de todo bien se hace pobre y pide como limosna nuestra pobre humanidad. Dejémonos conmover por el amor de Dios y sigamos a Jesús, que se despojó de su gloria para hacernos partícipes de su plenitud. ¡Feliz Navidad a todos!», concluyó.