Un terremoto de 6,4 grados sacudió el oeste de California, Estados Unidos, muy próximo a la falla de San Andrés, lugar que concentra toda la atención de los expertos por el llamado “El Grande”, un terremoto de grandes magnitudes que ocurriría por la brusca liberación de una energía contenida hace varios años.
Hoy, un sismo afectó a la costa californiana, muy cerca de la ciudad de Ferndale, a 350 kilómetros al norte de San Francisco con un epicentro sísmico detectado a aproximadamente 16 kilómetros de profundidad.
Las ondas sísmicas iniciaron a las 10:34 GMT (2:34 hora local, 7:34 de Paraguay), cuando las alertas del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS por sus siglas en inglés), comenzaran a marcar actividad en la costa californiana. En seguida, el movimiento dejó sin energía eléctrica a cerca de 50.000 clientes de esta zona.
Los estudios realizados por los expertos dan cuenta que el último evento sísmico en particular, no vendrá acompañado por un tsunami en el Océano Pacífico. Además, no se reportan grandes daños a edificios ni personas heridas luego de una movida madrugada con réplicas de menor intensidad.
El temor por el grande
Si bien hay más de 30 fallas que atraviesan el estado, son siete las fallas que potencialmente producirían grandes perjuicios a nivel geológico en la región y son las fallas de San Andrés, Hayward, Calaveras, Concord-Green Valley, Greenville, Rodgers Creek y San Gregorio.
Se las teme ya que son las que mayor fricción concentran y en cualquier momento pueden liberar las energías de las placas tectónicas del Pacífico y América del Norte, lo que convierte al norte de California en una región altamente suceptible a terremotos y eventos sísmicos.
El llamado ‘Big One’ (El Grande), es la mayor liberación de energía sísmica que está previsto que suceda en los próximos años. Su destrucción será tan devastadora que sólo hacer cálculos da miedo de lo potencial que podría ser.
Entre los últimos terremotos ocurridos en California, se recuerdan principalmente el que pasó en 1994, con uno de magnitud 6.7 cuyo epicentro fue Northridge, al noroeste de Los Ángeles, dejó al menos 60 muertos y causó daños estimados en 10,000 millones de dólares, mientras que un seísmo de 6.9 en San Francisco en 1989 se cobró la vida de 67 personas.