Como si fuera de ultratumba, pero con la marca de un nazismo que logró revivir en varias zonas de Europa, una voz grabada en alemán y con la fuerza típica de un grito militar sorprendió e inquietó a los pasajeros del tren que iba de Viena a Meidling. «Heil Hitler», el grito que hemos escuchado en medio de escenas con manos alzadas y uniformes alemanes, copó los parlantes de los vagones mientras los pasajeros trataban de entender lo que sucedía. Fragmentos de discursos del «fuhrer» alemán y luego gritos de «Sieg Heil» resonaron por todo el tren. Al menos 20 minutos de discursos grabados de Adolf Hitler, con aplausos y consignas nazis, fueron parte del viaje de los azorados ciudadanos que recién terminaron de entender qué había pasado cuando los responsables de la empresa estatal de trenes dieron a conocer su comunicado.
La empresa estatal que explota en Austria las redes ferroviarias informó en un comunicado que incidentes similares se sucedieron en varios lugares. Finalmente, se informó que dos personas fueron detenidas como sospechosas de haber provocado dichas «filtraciones» en los sistemas de sonido de los trenes para lanzar las consignas nazis.
En Austria está penado por ley el realizar cualquier tipo de propaganda nazi, lo aque también en otros países como Alemania, por ejemplo. No obstante, tanto en ambos países como en otros, en los útlimos años han recrudecido las apariciones, manifestaciones y exposiciones públicas de grupos neo-nazis.
Los conflictos generados y las polémicas publicas desatadas en ciertas sociedades europeas con motivo de las migraciones ilegales provenientes de países africanos y asiáticos, sobre todo, han sido aprovechadas por grupos que han reavivado consignas e ideas totalitarias ligadas al nacionalsocialismo de mediados del Siglo Veinte. Los horrendos recuerdos del holocausto judío, de las persecuciones racistas y las terribles historias de torturas y muertes masivas en los campos de concentración nazis no son, al parecer, suficientes obstáculos para reverdecer el fanatismo de sectores políticos que buscan aprovechar espacios para relanzar tal ideología.
En Viena, así como en otras ciudades del centro europeo, son permanentes las disputas políticas entre la izquierda y la derecha por ganar espacios en la administración pública. En el caso austríaco, la adhesión a los distintos grupos no parece tener brechas muy grandes entre si. En recientes encuestas que tratan de medir la preferencias ciudadanas, la extrema derecha alcanzó un 30% de adhesión, mientras que la centro derecho logró 24% y los socialistas un 22 %.
El FPO, partido de ultraderecha, tiene muchos contactos con países y partidos de América Latina, según se sabe. De hecho, dirigentes y legisladores pertenecientes a esa nucleación han estado en numerosas visitas en Paraguay, al menos en los últimos años. No obstante estas relaciones entabladas, el FPO es uno de los más fervientes opositores a habilitar el acuerdo que la Unión Europea viene gestando con el Mercosur desde hace varios años. Paradójico, pero real.