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sábado, 23 de noviembre de 2024
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Críticas de La Tribuna el Tratado molestaba a las autoridades

En su editorial del 2 de junio de 1973, La Tribuna rescataba el rol informador y orientador de la opinión pública, que desempeña la prensa nacional, al criticar (algunos medios), el Tratado de Itaipu. El periódico señalaba el manto de misterio que hubo desde los primeros tiempos respecto al tratado y la falta de informacion precisa y coherente sobre el costo de la obra.

ITAIPÚ Y LA PRENSA NACIONAL

Nadie, bajo ninguna circunstancia puede dudar de la trascendental, tremenda importancia que tiene el Tratado de Itaipú, y no sólo para las generaciones del presente sino también para las del futuro, ya que sus términos iniciales van nada menos que hasta cincuenta años de la época actual. En el comienzo de las tratativas y hasta llegarse a la suscripción del Tratado, todo se cumplió
-al menos en nuestro país- dentro de la más absoluta reserva.


Esto pudiera ser natural en cierta medida, dada la complejidad del tema, pero únicamente hasta llegarse a las tramitaciones finales. A partir de este momento, justo era que se hubiese dado a conocer aquello que sería el texto final del Tratado, sus Anexos y las Notas Reversales, para que la prensa, expertos y sectores legítimamente interesados pudieran hacer oír sus respectivos pareceres que, naturalmente, ningún otro objetivo habría de tener que no fuera el de llegar a un cuerpo que mereciese las menores objeciones posibles, antes de procederse a la suscripción del mismo.


Este Tratado fue elaborado, por parte de nuestro país, con la intervención de apenas cuatro personas, según lo manifestó el propio Canciller Nacional, pudiendo legítimamente extrañar que en tan importantes tareas no se hubiese dado intervención, aunque más no fuere en los instantes finales, a organismos técnicos implicados en el Tratado, como el Banco Central del Paraguay y la
Secretaría Técnica de Planificación Económica.

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Pudiera ser que se haya pensado que el Tratado tendría una inmediata ratificación en nuestro país, llevándose el caso a tambor batiente. Pero eso significaría descreer de la capacidad de quienes ejercen la alta responsabilidad parlamentaria y menospreciar por completo la misión de la prensa como orientadora de la opinión pública.


La prensa, en todos o en casi todos sus sectores, se ocupó con detenimiento del Tratado al conocerse sus términos y al ser elevado el mismo al Congreso para su ratificación. La prensa defendió o criticó el Tratado, según el propio punto de vista de cada uno, y en esto no hizo sino responder a su propia obligación y a su natural y específico cometido, como era natural que tendría que suceder.

Lastimosamente, no siempre se comprendió que la prensa está en su papel específico cuando, de buena fe y según su leal saber y entender, entra a considerar un tema de interés capital, como lo es por ejemplo el Tratado de Itaipu.


Hubo opiniones apresuradas, expresadas en el Senado, las que no fueron debidamente fundamentadas. Así generalmente se criticó a la prensa EN TERMINOS GENERALES, sin señalar quién se había equivocado y cuáles eran los errores, para que los indicados por ese comentario pudieran reconocer su error, o sostener con altura los puntos de vista expresados.

Y hasta hubo quien usó adjetivos con ligereza, para hablar de «disparates», cosa que puede sorprender -o que por eso mismo no tenga que sorprender- dado que provenía de quien hablaba de aceptar el tratado con resalvas, en una postura de puro uso doméstico dado que es evidente que un Tratado tendrá que ser aceptado en su totalidad, o rechazado, definitivamente o pidiéndose que en nuevas negociaciones se llegue a modificaciones que se entiende son sustanciales.


Era natural que la prensa se preocupara del Tratado de Itaipú, dado el manto de misterio que hubo en los primeros tiempos y la inseguridad que existe hasta ahora. Es asombroso, para ir a un ejemplo, que en cuanto al costo de la obra el Canciller Nacional haya hablado en párrafos de su conferencia de tres mil millones y de tres mil quinientos millones de dólares, al tiempo que el titular de la ANDE redondeaba en dos mil millones de la misma moneda, siendo que la nota que poco tiempo atrás remitiera la Comisión Mixta a los gobiernos daba la cifra de 2.033 millones de dólares.


Y además, hubo serias discrepancias en los puntos de vista hasta de quienes están en el mismo sector, como aconteció con lo referente a si es más importante el Directorio Ejecutivo (opinión del Canciller) o el Consejo de Administración (versión del Senador Dr. Saldívar).

Consiguientemente, ¿cómo no habría la prensa de informar de todo esto a la población interesada en saber lo que ocurre? ¿Cómo no intentar, con total buena fe, comentar y criticar el Tratado con las miras puestas en el beneficio del Paraguay y en la felicidad de su pueblo? Eso y nada más que eso es lo que ha hecho este diario en relación al espinoso y delicado tema de Itaipú, y es lo que habrá de continuar haciendo, dado que ésa es su misión, como órgano informador y orientador.

Asunción, 2 de junio de 1973