La Unión de Gremios de la Producción (UGP) resaltó en su más reciente publicación el crecimiento del sector de la apicultura paraguaya, que ganó terreno en el campo: esta en particular es, una actividad que combinó tradición, innovación y espíritu emprendedor.
Lo que en principio surgió como una manera de generar alimentos para consumo familiar se transformó, en varias regiones del país, en un modelo de negocio con perspectivas favorables. La miel de abejas, dejó de ser solamente un recurso de subsistencia y empezó a ocupar un lugar relevante como fuente de ingreso sostenible, con potencial para el desarrollo económico local.
La apicultura paraguaya es rentable y no necesita mucha inversión
La baja inversión inicial, el aprovechamiento de recursos naturales cercanos y la posibilidad de trabajar en forma cooperativa permitieron que esta actividad ganara adeptos, sobre todo entre pequeños productores que encontraron en las abejas una aliada para diversificar ingresos.
Las zonas rurales experimentaron este fenómeno con un renovado entusiasmo, especialmente donde las condiciones del entorno resultaron propicias para el establecimiento de colmenas saludables y activas.
Este auge apícola se convirtió en un ejemplo concreto de cómo una economía de escala reducida puede producir beneficios tangibles si se la acompaña con conocimiento, esfuerzo constante y visión comercial.
Según presentan, uno de los casos más elocuentes es el de la ingeniera Ruth González, quien, desde Pedro Juan Caballero, dio forma a una empresa nacida del amor a las abejas y de una vocación por el trabajo sostenible.
En el año 2015 realizó su primer trasiego, extrayendo un enjambre de un árbol y trasladándolo a una caja Langstroth. Así surgió su primer colmena, construida con paciencia y dedicación, con el único objetivo inicial de obtener miel pura para el hogar. Sin embargo, la demanda creciente por parte de familiares y allegados fue el punto de inflexión que la llevó a profesionalizar la producción.
Ya en 2016, tomó la decisión de ampliar el apiario y transformar ese pasatiempo en una empresa de base familiar con identidad propia.
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De miel silvestre a marca reconocida
El emprendimiento se consolidó bajo la marca “Miel Chucurrú”, la cual se convirtió en un símbolo del aprovechamiento responsable de los recursos naturales del Amambay, convirtiendose en un orgullo para la apicultura paraguaya. No se limitaron a ofrecer miel pura, sino que diversificaron su catálogo hacia productos derivados de la colmena, incorporando extracto de propóleo, cera estampada y una línea de cosméticos naturales que aprovechan las propiedades beneficiosas de la miel y sus componentes.
De ese modo, se integró a la oferta comercial una variedad de artículos como jabones artesanales, sérum facial, bálsamos, hidratantes corporales, gloss y mascarillas, todos elaborados en base a fórmulas artesanales y sustentables.
Las ventas al inicio se organizaron mediante redes sociales y envíos a nivel nacional, ampliando así el alcance del proyecto y fortaleciendo su presencia en ferias y eventos donde la venta directa también desempeñó un papel relevante.
Esta estrategia permitió que el producto local ganara visibilidad, despertando interés no solo por sus cualidades, sino también por la historia que lo sostiene.
El ejemplo de “Miel Chucurrú” es una combinación de pasión, conocimiento técnico y capacidad de adaptación, la cual puede transformar un pequeño apiario en una fuente real de ingresos, que dignifica el trabajo del productor rural y promueve la conservación de los ecosistemas.
La apicultura en Paraguay ya no es un simple oficio complementario. Hoy representa una posibilidad concreta de mejorar la calidad de vida en comunidades del interior, al mismo tiempo que protege los bosques y valoriza el trabajo cooperativo.
La UGP, destacó este fenómeno y demostró un nuevo modelo productivo que merece seguimiento, fomento y replicación.
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