Una nueva fuga de peligrosos delincuentes sucedió a días de las internas partidarias. No hablamos de roba gallinas ni descartamos que hayan recibido ayuda para el escape. Adrede pegamos la huida de los delincuentes con la política y pensamos en voz alta que pudo haber complicidad penitenciaria, pues hechos anteriores de evasiones de delincuentes así lo indican.
Las primeras informaciones hablaban de al menos nueve reos que lograron escaparse del Penal Regional de Coronel Oviedo. De los cuales ocho pertenecen al Primer Comando Capital (PCC). Por encima de las informaciones que confirman la recaptura de algunos de los fugitivos, el mensaje claro es la facilidad que tienen los maleantes para la huida y la posibilidad cierta confabulación para que así suceda. De lo contrario, es difícil explicar lo repetido y normal que ya resultan las escapadas penitenciarias.
Cómo los guardias pueden explicar que no hayan visto, oído o sentido algún rumor que los presos estaban preparando un agujero casi dentro del mismo al campo deportivo del penal. Por qué tanta desprolijidad cuando se sabe que no había una muralla o muro de protección sólidos y sólo se contaba con un simple vallado. Además, por qué delincuentes de alta peligrosidad estaban en una penitenciaria de escasa seguridad.
Obviamente las preguntas no serán respondidas. Pues las mismas se hacen, con alguna diferencia, cada vez que hay masivas fugas de las penitenciarías. Además se sigue manejando todo dentro de una rosca política. De acuerdo a las informaciones, algunos de los reos que se escaparon ya lo hicieron en otras oportunidades. O sea, ellos saben y manejan hasta la conducta de quienes fungen de autoridades y guardia cárceles.
Veremos cómo concluye la nueva novela de los peligrosos criminales que volvieron a salir de sus lugares de reclusión. La novedad no será que vuelvan a ser recapturados. Tampoco lo será que luego vuelvan a escaparse. Todo eso ya es parte de una tragedia que envuelve a casi todo un sistema que se inicia en el mismo Ministerio de Justicia, que puede cambiar de nombres, pero que no se anima a reformular su modelo de gestión. Pues la fuga de los delincuentes ya es parte de un negocio rentado. Quién diga lo contrario, tiene derecho a hacerlo, pero sólo revelará que no sabe lo que dice.