El presidente Santiago Peña oficializó ayer el nombramiento de Rodrigo Nicora como nuevo ministro de Justicia, en sustitución de Ángel Barchini, quien presentó su renuncia por motivos personales y familiares. La designación marca un nuevo capítulo en la lucha contra el crimen organizado en los centros de reclusión de nuestro país, un desafío que ha acaparado la atención y preocupación de la sociedad paraguaya en los últimos años.
La crisis en el sistema penitenciario paraguayo es una de las problemáticas más urgentes que enfrenta la nación. El avance del crimen organizado y la influencia de las bandas criminales dentro de las cárceles han generado una espiral de violencia y delincuencia sin precedentes. La sociedad ha sido testigo de enfrentamientos brutales entre clanes rivales, una manifestación de violencia extrema que refleja la magnitud del poder que han llegado a tejer al interior de los centros de reclusión.
En este contexto, la administración actual ha emprendido una serie de iniciativas con el objetivo de depurar las cárceles y combatir las organizaciones criminales que operan desde su interior. Entre estas medidas, destacan la separación de presos según su peligrosidad, la expulsión de delincuentes extranjeros y el Operativo Veneratio en la cárcel de Tacumbú, que logró desbaratar al clan liderado por Armando Rotela. Estos esfuerzos han sido fundamentales para aumentar la seguridad y restaurar el orden dentro de los centros penitenciarios.
La Corte Suprema de Justicia también ha asumido un compromiso para reducir la morosidad judicial, una de las principales causas de hacinamiento y desorden en las cárceles. La lentitud en los procesos judiciales contribuyó a perpetuar la permanencia prolongada de reclusos en condiciones inhumanas, facilitando su reclutamiento por parte de las bandas criminales.
Rodrigo Nicora, quien hasta ahora se desempeñaba como viceministro de Política Criminal, asume el cargo de ministro de Justicia con una sólida trayectoria y conocimiento del sistema. El desafío del nuevo ministro es inmenso. La tranquilidad de la sociedad paraguaya depende del efectivo combate a la fuerza del crimen organizado. La actual situación de las cárceles paraguayas convierte a los reclusos en esclavos de estas organizaciones y víctimas de una violencia endémica de la que difícilmente pueden escapar. Una efectiva reinserción social es fundamental para romper este ciclo vicioso, ofreciendo a los reclusos oportunidades reales de rehabilitación y reintegración en la sociedad.
La sociedad paraguaya demanda y merece un sistema de justicia eficaz y humano. El éxito de la gestión de Nicora será medido por la reducción de la violencia en las cárceles, pero por sobre todo por la capacidad del sistema para transformar vidas y ofrecer segundas oportunidades.