La reciente tragedia en el río Monday, donde una madre desesperada decidió acabar con su vida y las de sus dos hijos pequeños, dejó una profunda herida en la conciencia de la sociedad paraguaya. Este doloroso episodio, que se llevó consigo a tres vidas inocentes, nos confronta con la cruda realidad de la violencia intrafamiliar y la insuficiencia de nuestros sistemas de protección y atención en salud mental.
Según los antecedentes, esta mujer era víctima de violencia intrafamiliar, habiendo presentado denuncias en las instancias correspondientes. Sin embargo, su sufrimiento y el de sus hijos pasaron inadvertidos hasta que fue demasiado tarde. Este caso, lamentablemente, no es aislado y evidencia las graves fallas en la protección y el apoyo a las víctimas de violencia en nuestro país.
La violencia intrafamiliar es un problema estructural que afecta a miles de personas en Paraguay. No se trata solo de un tema de seguridad, sino también de salud pública. Las víctimas de violencia necesitan, además de la protección física, el acompañamiento psicológico constante para poder superar el trauma y reconstruir sus vidas. La atención a la salud mental debe ser priorizada y tratada con la misma urgencia y recursos que cualquier otra emergencia sanitaria.
El Estado y la sociedad civil deben desarrollar y promover campañas de concienciación y educación sobre la violencia intrafamiliar. Estas campañas deben estar orientadas a sensibilizar a la población sobre la gravedad del problema y los mecanismos de protección disponibles. Además, es necesario fortalecer los programas de acompañamiento psicológico para las víctimas, asegurando que puedan acceder a la ayuda que necesitan de manera oportuna y efectiva.
Asimismo, los organismos de defensa de los derechos del Niño deben asumir un rol más proactivo y preventivo. La protección de los menores contra todo tipo de violencia, ya sea física o psicológica, debe ser una prioridad absoluta. Es necesario implementar sistemas de vigilancia y respuesta rápida que puedan identificar y actuar ante situaciones de riesgo antes de que se conviertan en tragedias irreparables.
La sociedad paraguaya llora hoy la pérdida de tres vidas inocentes, porque no se tomaron las precauciones necesarias a tiempo para brindarles la protección y el acompañamiento que necesitaban. No podemos permitir que esta tragedia se repita. Es momento de que todas las instituciones y la ciudadanía unan fuerzas para construir un entorno seguro y saludable para todas las personas, especialmente para las más vulnerables.
La protección integral de las víctimas de violencia y la atención a la salud mental son imperativos que no pueden seguir siendo postergados. Cada día que pasa sin acciones concretas y efectivas es un día en el que ponemos en riesgo la vida y el bienestar de nuestros compatriotas. La tragedia del río Monday debe ser el último llamado a la acción que necesitemos para hacer realidad un Paraguay más justo y seguro para todos.