Una vez más, la Hidrovía Paraná-Paraguay vuelve al centro de atención de la opinión pública, pero esta vez no por disputas por peajes o luchas geopolíticas, sino debido a un factor que no distingue fronteras ni intereses políticos: la sequía. El descenso del nivel de los ríos, como consecuencia de este fenómeno climático, está generando dificultades en la navegación de ciertos tramos del canal fluvial. Esto repercute en el encarecimiento de la logística y afecta negativamente la economía de los países usuarios de esta vía de navegación.

No obstante, el dilema no se reduces solamente en la gestión eficiente de la Hidrovía ante variables climáticas impredecibles, sino también en la compleja trama de intereses geopolíticos y económicos que convergen en torno a este canal fluvial. Desde el deseo de China por controlar este estratégico pasaje, hasta los intereses de Estados Unidos por contrarrestar dicho avance, pasando por las disputas internas de los países usuarios, por el control y administración del mismo, la Hidrovía se presenta en los últimos tiempos como un punto de roce y negociación constante.

Esta nueva realidad hace necesario que nuestros países afectados en la gestión y uso del canal tomen medidas urgentes y coordinadas para enfrentar los desafíos planteados. Es necesario implementar estrategias de adaptación y mitigación que permitan mantener la navegabilidad del canal en condiciones adversas, así como también promover un nuevo acuerdo regional, que esté por encima de los intereses políticos e ideológicos locales, tan cambiante, en los últimos años en los países latinoamericanos, y que terminan provocando fricciones y crisis entre los vecinos de la región.

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La historia de la Hidrovía está marcada por acuerdos y tratados que han buscado regular su navegación y transporte comercial. Sin embargo, en un contexto de creciente competencia global y tensiones geopolíticas, es necesario reafirmar y fortalecer estos compromisos, garantizando un uso equitativo y sostenible de este recurso compartido.

La situación actual pone de relieve la necesidad de que el MERCOSUR, comience a operar como bloque regional y ponga como una de sus prioridades la gestión eficiente, sostenible y responsable de este importante recursos estratégico. Es fundamental avanzar en políticas de conservación y uso eficiente del agua, así como también la reafirmación de la soberanía regional, por encima de los intereses de los bloques mundiales, que no apuntan precisamente hacia el bienestar de los habitantes de esta parte del globo.

En ese contexto, esta puede ser una oportunidad para fortalecer la integración regional y potenciar el desarrollo económico de los países del Cono Sur. Es hora de dejar de lado las disputas y priorizar el bienestar y progreso de quienes habitan esta región del planeta. La Hidrovía no puede ser solo un corredor de mercancías, sino también un símbolo de cooperación y desarrollo regional.