El 26 de abril de 1973 marcó un hito en la historia de Paraguay con la firma del tratado que dio origen a la hidroeléctrica binacional Itaipú. Hace un año conmemoramos el quincuagésimo aniversario de aquel acuerdo trascendental, un momento que debería ser de reflexión y redefinición de las relaciones energéticas entre Paraguay y Brasil.

El año pasado, además de celebrar el medio siglo de la firma del tratado, se canceló la deuda de la hidroeléctrica binacional, un paso importante que allana el camino hacia una nueva etapa en la relación entre ambos países. Sin embargo, el plazo para la revisión del Anexo C del Tratado se cumplió sin que el gobierno anterior presentara una hoja de ruta clara al respecto. Esta falta de acción generó incertidumbre en la sociedad paraguaya, que anhela que el país pueda disponer plenamente de su energía o, en su defecto, venderla a un precio justo en el mercado internacional.

Es innegable que Itaipú ha tenido un impacto significativo en la sociedad paraguaya en los últimos 50 años. Sin embargo, también es necesario reconocer que nuestro país ha sido víctima de un despojo desproporcionado a lo largo de estas décadas. Desde sus inicios, Brasil buscó asegurarse la mayor parte de la energía generada por Itaipú a un costo considerablemente bajo, aprovechando la situación desventajosa de nuestro país.

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Históricamente, Brasil ha utilizado su astucia diplomática y, en ocasiones, prácticas cuestionables para mantener el statu quo favorable a sus intereses en la hidroeléctrica binacional. La revisión del Anexo C se presenta como una oportunidad para corregir estas asimetrías y establecer un nuevo equilibrio en la explotación de los recursos energéticos del río Paraná.

La reunión anunciada entre los presidentes Inacio Lula da Silva y Santiago Peña es un paso en la dirección correcta. El actual mandatario paraguayo ha demostrado su compromiso con el desarrollo del país y la importancia estratégica de Itaipú. Su disposición para abordar el tema antes de asumir la presidencia y las conversaciones sostenidas con el presidente brasileño son indicativos de una postura proactiva para negociar un acuerdo más equitativo.

Al analizar retrospectivamente estos 50 años de Itaipú, es evidente que las cláusulas del Anexo C han permitido que Brasil se beneficie desproporcionadamente de la energía generada por el río Paraná. Es hora de replantear estas condiciones y exigir un trato más justo y equitativo. Paraguay cuenta con excedentes de alrededor de 20 millones de MWh anuales en Itaipú, y Brasil los necesita. Es momento de pasar de la «cesión» a la venta, exigiendo un precio justo en el mercado regional mayorista.

Con la deuda saldada y la hidroeléctrica totalmente amortizada, es hora de que Paraguay reclame su lugar legítimo en la explotación de este recurso compartido. La próxima reunión entre los líderes de ambos países ofrece una oportunidad crucial para sentar las bases de una nueva era en las relaciones bilaterales y en la gestión de Itaipú. Es el momento de defender los intereses de Paraguay con firmeza y asegurar un futuro más justo y equitativo para ambas naciones.