No podíamos pasar por alto el primer caso de feminicidio del recién estrenado año 2024. Se trata no solo de un caso más o un hecho anecdótico, sino que pone de manifiesto de manera elocuente cómo la estructura de inoperancia del Estado paraguayo facilita que cada vez más mujeres mueran a manos de sus parejas, a pesar de los pedidos de ayuda y de que se cumplan todos los protocolos para realizar la denuncia correspondiente a las autoridades. No bastó una grabación con un teléfono celular para que un sicópata arrebate a golpes una joven vida en el barrio de la ciudad de Villa Elisa.
Muchos se preguntaban por qué la mujer que grabó no intervino de manera más directa y enfática. Ella misma se encargó de aclarar que, al mismo tiempo que filmaba con su aparato celular el desesperado pedido de auxilio de la víctima, realizó la llamada a la Policía, pero no obtuvo respuesta alguna. ¿Será que no le hicieron caso porque la denuncia provenía de un humilde barrio de la periferia? ¿Será que no le hicieron caso porque «seguramente ella luego hizo algo para provocar la reacción”?
Sí, amable lector: miles y miles de mujeres que se atreven a denunciar tienen que soportar este tipo de frases machistas y cargadas de prejuicios que hemos entrecomillado. Urge que haya un giro de 180 grados en la respuesta y acción de parte de las autoridades. Basta ya de feminicidios y de negligencia hacia los casos de violencia. Que este último caso no quede solo en la indignación colectiva y se traduzca en un «Nunca más».