Los últimos grandes operativos realizados por las autoridades no solo significaron golpes duros para las estructuras criminales, sino que también nos hacen dimensionar hasta qué punto el crimen organizado logró convertir a Paraguay en su teatro de operaciones en la región.

Una ubicación geográfica estratégica, el paso de la hidrovía Paraguay – Paraná por su territorio, sumado a la porosidad de su frontera, consecuencia directa de la endémica corrupción, han otorgado a nuestro país el deshonroso título de «hub» (centro) del tráfico de drogas y armas en América del Sur.

Si bien celebramos y aplaudimos el buen actuar de la policía y los militares, el gobierno de Santiago Peña no debe dormirse en los laureles y debe poner como prioridad número uno el objetivo de convertir a la República del Paraguay en un lugar seguro y previsible para las inversiones que se avecinan.

Unite al canal de La Tribuna en Whatsapp

No debemos olvidar que estamos liderando el otro deshonroso ranking de crimen organizado en un deleznable top 4, junto a Birmania, Colombia y México, Estados prácticamente fallidos donde la violencia es el pan de cada día.

Anteriormente hablábamos de la «colombianización» o la «mexicanización» de Paraguay; ahora estamos solo un poquitito más abajo de los mismos. El 2024 debe ser obligatoriamente el año de la derrota definitiva de las lacras que se enquistaron en nuestro tejido social e instituciones.