El Operativo Dakovo ha vuelto a poner de manifiesto la connivencia entre el crimen organizado y el poder político. La investigación reveló cómo el prófugo Diego Hernán Dirisio mantenía una conexión envidiable con las altas esferas militares y con personalidades cuyos nombres esperamos que se revelen más temprano que tarde en el marco de la investigación. Este y otros casos sonados nos indican que no es descabellado pensar que Paraguay está integrando hoy la principal lista de países que promueven actividades ilegales, ocupando el cuarto lugar. Solo es superado por Birmania, México y Colombia, y aventajando cómodamente a países africanos considerados como «Estados Fallidos» en el concierto de las naciones.
Es urgente y necesario que las instituciones encargadas estén a la altura de las circunstancias y que se impongan castigos ejemplares. El problema no radica simplemente en el hampa y la corrupción, sino en la impunidad reinante.
Si Paraguay quiere aprovechar su estratégica posición regional y su sostenido crecimiento económico para atraer inversiones y capital extranjero, debe dejar de ser tierra de nadie.