Asunción experimenta un notable crecimiento vertical que ha transformado su paisaje urbano en las últimas dos décadas. El florecimiento de edificios y proyectos inmobiliarios ha sido testigo de un cambio significativo en la capital de Paraguay, reflejo innegable de la próspera coyuntura económica que atraviesa el país en la actualidad.
Si bien es cierto que hay voces críticas que señalan la violación de principios fundamentales del Plan Regulador en áreas residenciales, no podemos pasar por alto el renovado y moderno perfil que ha adquirido Asunción gracias a este impulso constructivo. Sin embargo, es crucial reconocer que este crecimiento debe ir acompañado de una inversión decidida en infraestructura, particularmente en el desarrollo de sistemas de desagüe pluvial y la mejora de calles.
Es innegable que la transformación de la zona de Molas López, antes plagada de baches, es un ejemplo positivo de los resultados que pueden obtenerse con una inversión adecuada. No obstante, existen áreas críticas, como el eje corporativo de las avenidas Santa Teresa y Aviadores del Chaco, que aún carecen de servicios básicos como desagüe cloacal. Resulta preocupante imaginar que en días de lluvia, el epicentro de la actividad económica de la ciudad se convierta en un río de desechos humanos.
Es imperativo que el gobierno nacional promueva un pacto colaborativo con el municipio para abordar estos desafíos y elevar el estándar de vida en Asunción. Debemos dejar atrás discusiones políticas pasadas y trabajar de la mano para superar la falta de infraestructura que amenaza con lastrar el progreso de la ciudad. El compromiso debe traducirse en acciones concretas que acompañen el crecimiento inmobiliario sin precedentes con un desarrollo equitativo de la infraestructura urbana.
Este no es el momento para excusas o diferencias partidistas. La urgencia de actuar es evidente, y es necesario que tanto el gobierno nacional como el municipal asuman la responsabilidad de construir una Asunción que esté a la altura de su crecimiento económico y proyecciones futuras. La ciudad y sus habitantes merecen una planificación integral que garantice un desarrollo sostenible y armonioso en todos los aspectos.