Las últimas y persistentes precipitaciones han provocado un desbordamiento sin precedentes en la cuenca del Río Tebicuary, afectando de manera significativa a los productores de arroz en los departamentos de Misiones, Ñeembucú y Paraguari.
A pesar de la notable resistencia y resiliencia demostradas por el sector productivo de nuestro país, los eventos climáticos recientes, que oscilan entre sequías devastadoras e inundaciones catastróficas, subrayan la urgencia de un plan de acción por parte de las autoridades para salvaguardar el pilar de nuestra economía.
Las impactantes imágenes de la escasez de agua en el Chaco Paraguayo son desgarradoras. Recordemos que esta es una región geográficamente inhóspita y históricamente árida, pero que ha sido conquistada con esfuerzo, especialmente por los menonitas, cuya producción láctea es motivo de orgullo nacional. De manera similar, los ganaderos, con su dedicación constante, han llevado a la carne paraguaya a conquistar mercados globales, incluido el exigente mercado interno de la principal potencia mundial.
Las imágenes de los arroceros abriéndose paso frente a las implacables aguas también generan un profundo pesar. Aunque el sector productivo a veces es criticado por algunos sectores que parecen carecer de conocimiento sobre el Paraguay profundo y que posiblemente tengan agendas predefinidas, es esencial reconocer su contribución vital a nuestra nación.
Entendemos que si el campo no produce, la ciudad carece, y la estabilidad macroeconómica podría enfrentar desafíos significativos. Es imperativo que se implementen medidas efectivas para proteger a los productores y garantizar la sostenibilidad de nuestro sector agrícola, un componente esencial de la fortaleza nacional. La protección del campo no solo resguarda nuestra seguridad alimentaria, sino que también preserva la estabilidad económica del país en su conjunto.