Juan Arrom, Anuncio Martí y Víctor Colmán deben responder por la industria del secuestro que comenzaron a instalar en Paraguay con el secuestro de María Edith Bordón. Finlandia debe revocar el refugio que les concedió, como expresó con todo derecho Silvia Cubas, hermana de Cecilia Cubas, que es otra familia dolorida y que reclama justicia.
Las instituciones nacionales no deben cansarse en insistir para que ese trío haga su rendición de cuentas. No importa el tiempo que logran acumular eludiendo responsabilidades girando por el mundo. Recordemos que la primera mano de impunidad la dio en su momento Lula en Brasil. Luego pasaron a Uruguay cuando hubo cambio de gobierno en el vecino país. De acá pasaron a Finlandia. Hoy, gracias a la queja presentada por los diputados Sebastián García y Katya González, de visita en aquella nación, de nuevo son noticias.
Pese al tiempo transcurrido, la memoria colectiva no olvida el pasado de Arrom, Martí y Colmán. Esa conciencia nacional debe alentar la perseverancia para traerlos de vuelta y puedan deslindar los cargos que pesan sobre ellos. Arrom, Martí y Colmán llegaron al colmo que intentaron sacar hasta dinero al pueblo reclamando una millonaria indemnización presentándose como supuestas víctimas de una persecución política. Un intento que tuvo el apoyo hasta de legisladores que jugaron a favor de ellos. Por suerte eso fracasó.
No debe olvidarse que hay pruebas que el mismo Rodrigo Granda, excomandante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), es sindicado como el nexo de Arrom y Martí para el secuestro de María Edith y habría sido el autor intelectual del asesinato de Cecilia Cubas. “Rodrigo Granda es, según los correos electrónicos que hay en la carpeta fiscal, el nexo con el que contactaron (Juan) Arrom, primero, y luego (Anuncio) Martí para practicar cómo sería el secuestro de (María Edith) Debernardi”, dijo en su momento el exfiscal general de Estado, Óscar Latorre.
Es más, Arrom y Martí contactaron con Granda para la creación del Partido Patria Libre (PPL), que posteriormente dio origen al grupo criminal autodenominado Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), que hasta ahora genera quebrantos a la República. Hay demasiado dolor y luto tras el paso de Arrom, Martí y Colmán, por lo que Paraguay, por medio de sus instituciones, debe invertir todo lo que sea posible para lograr el retorno de los tres y puedan defenderse ante los órganos nacionales competentes por los graves casos de los que son acusados.
No dejemos que Arrom, Martí y Colmán ganen con el olvido. Todas las personas que fueron víctimas de la industria del secuestro, que se inició con María Edith, sus respectivas familias, y toda la sociedad paraguaya pacífica y sana exigen justicia. Por eso hay que cortar el periplo de fuga y traerlos para que den explicaciones por cada gota de sangre y angustias que produjeron en la República, según los testimonios, pruebas y documentos que obran contra ellos.