El populismo es un recurso muy actual en la política. Suele venir ya como engaño porque el político busca levantar algunos números en grado de aceptación ciudadana. Otras veces representa la misma esencia del postulante a algún cargo electivo. En ambos casos, resulta peligroso. Pues a la República del Paraguay lo único que falta, para sumar a los gobiernos mediocres que llegaron tras la caída de la dictadura, es un Presidente bien populista.
En verdad, hay un uso peyorativo como significado al populismo. Hoy se utiliza para referir a gobiernos y políticos que son capaces de tomar hasta medidas contrarias al Estado de Derecho, con tal de ganar simpatía. Para algunos académicos, no hay relación entre populismo y democracia. Tenemos países en el continente que permitieron esas promesas que movían al aplauso fácil, y actualmente no saben cómo salir del atolladero.
En la semana, el precandidato oficial a la Presidencia de la República, Arnoldo Wiens, prometió condonar las deudas de quienes están en una entidad que maneja datos confidenciales sobre perfiles de riesgo. De buenas a primeras sonará bien a la persona morosa. Una mirada país coloca en una situación de cuasi irresponsabilidad al citado Wiens, por sus dichos.
Tal vez lo afirmó convencido y con buenas intenciones. Es posible que dijo lo que dijo por estar mal asesorado. O también haya ofrecido eso apurado por las encuestas. Además del populismo que pueda haber en sus dichos, llama la atención lo ambiguo que fue sobre eso el ministro de Hacienda y el silencio del Banco Central del Paraguay. Se entiende lo del secretario de Estado, que es subalterno del titular del Ejecutivo, asumiendo que Wiens es el aspirante elegido a dedo por Abdo Benítez.
El ex ministro de Obras sostuvo que su proyecto busca comprar la deuda de los que están en Informconf y tiene el objetivo de ayudar a la gente excluida por el sistema financiero, dándole nuevamente oportunidades de créditos. Realmente suena bien. El tema es que hay más de 400 mil deudores y no son los únicos que están en la informalidad. Además, aunque quiera justificar de otra forma, difícilmente pueda negar que se refiere a un subsidio. Hasta la reestructuración de las deudas de los morosos, vía la compra, necesariamente lo bancará el Estado. Así las cosas, lo suyo suena más a un mecanismo discursivo que precisa del aplauso de la masa electoral y su necesidad de movilidad para arriba en la aceptación de los electores.
Pues sí realmente había algún intereses hacía la gente excluida, marginada o abandonada, bien su propio padrino, el Presidente de la República, que hoy tiene el poder, hubiera dedicado su tiempo a resolver de raíz la situación de auxilio que requieren miles y miles de paraguayos. Ante esta cruda realidad, lo de Wiens suena más un modismo populista que al interés real de dar la mano a gente acogotada económica y financieramente.