Después de meses de incertidumbre, Paraguay y Estados Unidos han oficializado la continuidad de la cooperación entre la DEA y la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD). Este anuncio, que hasta hace poco estaba en suspenso tras un impasse ocurrido en diciembre pasado, marca un nuevo capítulo en la lucha contra el narcotráfico en nuestro país.

La permanencia de la DEA en Paraguay es, sin duda, una señal de compromiso en la lucha contra el crimen organizado. Sin embargo, la historia reciente nos obliga a plantearnos una pregunta incómoda: ¿qué resultados concretos ha dejado hasta ahora esta cooperación? Pese a los esfuerzos conjuntos, el tráfico internacional de drogas no ha disminuido y las redes de microtráfico han crecido, afectando gravemente a la juventud paraguaya.

El ministro del Interior, Enrique Riera, reconoció ayer que solo en la zona Central hay 90.000 jóvenes adictos, de los cuales el 80% estaría involucrado en la ola de inseguridad que azota la región. Esto plantea un desafío mayúsculo: no basta con reforzar la lucha contra las grandes organizaciones del narcotráfico, también es fundamental abordar el flagelo del consumo y el microtráfico que está destruyendo el tejido social del país.

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La Senad argumentó que la cooperación con la DEA debía “optimizar la redistribución del personal operativo y fortalecer otras áreas operativas”. Esto deja entrever que hay aspectos que requieren ajustes y que, hasta ahora, el esquema de trabajo conjunto no ha sido del todo eficiente. La pregunta clave es si este nuevo acuerdo logrará realmente fortalecer las operaciones en el terreno.

Paraguay, por su parte, está apostando por un enfoque más robusto en materia de seguridad, con la compra de radares, la adquisición de aviones de combate y el despliegue de la Fuerza de Tarea Conjunta en regiones fronterizas dominadas por el narcotráfico. Estas iniciativas son pasos importantes, pero deben ir acompañadas de una estrategia integral que incluya prevención, rehabilitación y una lucha frontal contra la corrupción que facilita el avance del crimen organizado.

Bienvenida sea nuevamente la cooperación con la DEA, pero como bien dice el refrán: “Por sus frutos los conoceréis”. La trascendencia de esta cooperación se verá en los resultados concretos en la lucha contra el crimen organizado y contra las redes y clanes de narcotraficantes que se están afianzando en el país.