El anuncio del gobierno de mantener la resolución que impide la habilitación de nuevas carreras de medicina en el país es una medida necesaria y urgente para frenar un negocio que se ha instalado en el ámbito universitario. Una realidad es que de un tiempo a esta parte, la proliferación de facultades de medicina se convirtió en una estrategia meramente lucrativa, orientada principalmente a captar estudiantes brasileños que no lograban ingresar a las universidades de su país.
El resultado de esta tendencia ha sido alarmante: una sobrepoblación de profesionales con títulos pero sin la preparación adecuada para el ejercicio de la medicina. Con 43 carreras activas y 45.000 estudiantes, de los cuales el 77% son de nacionalidad brasileña, es evidente que la estructura de formación médica ha sido diseñada más para generar ingresos por matrículas que para garantizar la calidad académica y profesional.
Las medidas anunciadas por las autoridades, como la creación de un registro único de docentes y una matriz de monitoreo de las carreras, son pasos fundamentales para reorganizar el sector. La exigencia de un documento que certifique la competencia lingüística de los estudiantes extranjeros también es un punto esencial. En los hospitales públicos, donde los internos realizan sus prácticas, acuden pacientes que solamente manejan el guaraní, como idioma nativo y se encuentran con estudiantes brasileños, que solamente hablan en portugués. Es inadmisible que pacientes paraguayos sean atendidos por futuros profesionales que ni siquiera pueden comunicarse adecuadamente con ellos.
La medicina no es una carrera cualquiera. No se trata de formar simplemente graduados, sino de preparar profesionales que tendrán a su cargo la vida de las personas. El Ministerio de Educación ha identificado que en los últimos diez años se han emitido más de 23.600 títulos de médicos, de los cuales casi 14.000 corresponden a estudiantes brasileños.
Es una buena señal la decisión de frenar la creación de nuevas carreras de medicina, pero esto debe ir acompañado de un control efectivo sobre las ya existentes. La implementación de filtros académicos, como exámenes de competencia en el 75% de la carrera y un examen de licenciamiento del Ministerio de Salud, pueden ser herramientas clave para depurar el sistema y garantizar que solo los mejores preparados obtengan el registro médico.
Se trata de devolverle la seriedad a una profesión que impacta directamente en la salud pública. No se puede seguir permitiendo que la medicina sea un refugio para intereses comerciales ni una puerta fácil para quienes buscan un título sin el esfuerzo y la preparación adecuados.