Los últimos datos divulgados por el Banco Central del Paraguay (BCP) sobre el desempeño económico del 2024 nos presentan un panorama alentador: un crecimiento del 4,3 %, uno de los más altos de los últimos años, que refuerza la percepción de que el país está consolidando su posición como una economía pujante en la región. Este avance, sustentado en sectores clave como los servicios, la ganadería y la construcción, es una muestra de la resiliencia y potencial de nuestra economía, a pesar de las dificultades que enfrentaron algunos sectores industriales y la reducción en la generación de energía eléctrica de las binacionales.
A lo largo de los doce meses del año pasado, el país no registró caídas económicas mensuales. Incluso, noviembre destacó con un crecimiento del 7,5 %, un dato que inspira optimismo de cara al 2025. Sin embargo, estas cifras, por positivas que sean, aún deben traducirse en una mejora palpable en la calidad de vida de la población.
Es importante recordar que los números macroeconómicos, aunque reflejan la salud general de la economía, no necesariamente representan la realidad diaria de las familias paraguayas. En su análisis, un economista consultado recientemente por nuestro diario destacó que, a pesar de las buenas perspectivas económicas, los productos de la canasta básica han experimentado aumentos significativos, afectando especialmente a los sectores más vulnerables. Este desajuste entre el crecimiento económico y el costo de vida es una muestra de los desafíos estructurales que enfrentamos como país.
La clave para convertir este crecimiento en bienestar radica en las políticas públicas y en la voluntad del sector privado de trabajar en conjunto para generar más y mejores empleos, y para reducir las desigualdades. De nada sirve un crecimiento económico sostenido si no se traduce en oportunidades concretas para la población: más empleos, mejores salarios y una mayor capacidad de las familias para acceder a los bienes y servicios esenciales.
El gobierno tiene ante sí la tarea de liderar este esfuerzo, orientando las políticas hacia la redistribución efectiva de los beneficios del crecimiento. Esto no implica solamente la inversión en infraestructura o en sectores estratégicos, sino también garantizar que el aumento en la productividad y la riqueza llegue a los hogares.
Es fundamental que las cifras alentadoras que presentan los informes del BCP se reflejen en la mesa de cada familia paraguaya. Los números son importantes porque constituyen una base sólida para construir un mejor futuro, pero el verdadero éxito económico no se mide en porcentajes de crecimiento, sino en el bienestar de la gente.