El desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA) ha desatado una renovada lucha geopolítica a escala global. No fue casualidad que, pocos días después de que el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciara una inversión multimillonaria en el proyecto Stargate, una startup china lanzara al mercado su inteligencia artificial DeepSeek, a un costo considerablemente menor que el de las grandes tecnológicas estadounidenses.
Lo más novedoso de esta estrategia china es su carácter de código abierto, permitiendo a desarrolladores de todo el mundo acceder a su tecnología y contribuir a su evolución. Este enfoque no solo democratiza el acceso a la IA, sino que también desafía el modelo de monopolio tecnológico tradicionalmente dominado por Occidente.
La inteligencia artificial ya no es una promesa del futuro: está aquí, integrada en la vida cotidiana de la humanidad. Pero con su expansión también crecen los intereses de las grandes potencias por liderar su desarrollo y control. Estados Unidos y China han iniciado una carrera que no se limita al ámbito tecnológico, sino que también impacta en la economía, la seguridad y la hegemonía geopolítica.
Desde la década de 1950, la inteligencia artificial ha atravesado ciclos de auge y decadencia, pero en los últimos años su avance se ha acelerado exponencialmente. El surgimiento de modelos como los transformers y el desarrollo de herramientas como ChatGPT han transformado radicalmente la sociedad, generando debates sobre regulación, ética y soberanía tecnológica.
El anuncio de la administración de Donald Trump sobre una inversión sin precedentes de 500 mil millones de dólares en el proyecto Stargate, junto con el endurecimiento de restricciones a la exportación de chips de alto rendimiento a China, confirma la dimensión estratégica de esta disputa. En respuesta, China ha apostado por soluciones innovadoras y eficientes, como DeepSeek, que reduce los costos de desarrollo y abre nuevas posibilidades para el uso de IA sin depender de grandes infraestructuras.
Este modelo de código abierto representa una revolución en la industria, permitiendo que cualquier usuario lo descargue y utilice sin restricciones. Su impacto ya se hizo sentir en el mercado bursátil, donde las potencias tecnológicas han visto caer su valor ante la irrupción de alternativas más accesibles y eficientes.
Para América Latina, esta coyuntura representa un punto de inflexión. Tenemos dos opciones: ser espectadores pasivos de esta transformación o convertirnos en actores activos del cambio. Una estrategia viable es impulsar proyectos colaborativos a nivel del Mercosur, aprovechando la capacidad de nuestros jóvenes desarrolladores y destinando recursos a iniciativas de innovación.
En Paraguay, podríamos canalizar fondos de las binacionales, hoy utilizados en festivales y eventos superficiales, hacia el fortalecimiento de la industria de la IA. La inversión en tecnología no solo nos permitiría cerrar la brecha digital, sino que también podría situarnos como referentes en el desarrollo de soluciones basadas en inteligencia artificial.
Como señala el Dr. Luis Benítez en un artículo publicado en nuestra página, «se demuestra que la innovación y la eficiencia pueden superar barreras tecnológicas, que el código abierto tiene el potencial de desmantelar monopolios tradicionales y que la colaboración regional puede generar ventajas competitivas significativas».
El mundo se encamina hacia un sistema multipolar en el campo de la IA, donde la apertura del código y la cooperación serán claves para la soberanía tecnológica. Paraguay y la región tienen la oportunidad de no quedarse atrás.