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miércoles, 29 de enero de 2025
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Agricultura orgánica

En un mundo dominado por alimentos procesados y cadenas industriales de producción, la preferencia por productos orgánicos está en auge. Esta tendencia no es simplemente una moda, sino una respuesta a la necesidad de consumir alimentos más sanos, producidos con respeto por la naturaleza. Afortunadamente, nuestro país no es ajeno a este fenómeno, y gracias al esfuerzo de productores y técnicos se constata una expansión de la producción orgánica.

Según datos del SENAVE, más de 12.694 productores en Paraguay cuentan ya con certificación orgánica, y otros miles participan en prácticas agroecológicas. Estos números, aunque alentadores, representan apenas un punto de partida. Nuestro país tiene un vasto potencial para convertirse en un referente de la producción orgánica a nivel internacional, gracias a nuestras raíces agrícolas y la riqueza de nuestros suelos. De hecho, nuestra agricultura ancestral era, en esencia, orgánica, y muchas comunidades campesinas continúan promoviendo estas prácticas como un camino hacia la sostenibilidad.

El desafío ahora radica en consolidar este crecimiento. Incorporar a más productores al modelo orgánico es esencial para abastecer tanto el mercado local como para fortalecer nuestra capacidad de exportación. Productos como la chía, el sésamo y la caña de azúcar ya han conquistado mercados como Estados Unidos y Alemania, pero este éxito no es garantía de permanencia. Se requiere inversión en capacitación técnica, promoción de políticas públicas sostenidas y, sobre todo, una fuerte concienciación sobre la importancia de mantener la integridad de las prácticas orgánicas.

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La presentación del Comité Técnico Público-Privado de Promoción de la Producción Orgánica (CTPPO), en colaboración con el Viceministerio de Agricultura y la sociedad civil, marca un paso importante en este sentido. Las políticas públicas diseñadas para fortalecer el sector, junto con la Estrategia y Plan Nacional promovido por organizaciones civiles, son herramientas valiosas que deben ser implementadas con rigor y supervisión.

No queremos ser aguafiestas, pero no podemos dejar de advertir sobre la necesidad de ser vigilantes, sobre todo en conciencia y responsabilidad, para evitar la mentada «viveza paraguaya». Cualquier intento de desvirtuar los estándares orgánicos, sea por descuido o interés económico, pondría en riesgo no solo la reputación del sector, sino también la confianza de los consumidores nacionales e internacionales.

Este es un momento clave para nuestra agricultura. El compromiso del gobierno, de las organizaciones civiles y del sector productivo debe traducirse en acciones concretas que fortalezcan la sostenibilidad económica, social y ambiental. La producción orgánica no es solo un nicho de mercado; es una vía para reivindicar nuestra identidad agrícola, promover alimentos saludables y conquistar mercados globales con productos de calidad.