La medida de la Policía Nacional de desplegar un operativo para impedir la acción de los denominados “cuidacoches” y «limpiavidrios» durante la final de la Supercopa de Paraguay, disputada anoche, en el estadio Defensores del Chaco es una iniciativa acertada, pero que debe convertirse en una norma para todos los eventos de convocatoria masiva.
Por años, los cuidacoches vienen actuando impunemente bajo el disfraz de ofrecer un servicio, que en realidad no es más que una forma de extorsión. Estos avivados se instalan en las calles, adueñándose de veredas y calzadas, y determinan dónde y cómo los conductores pueden estacionar. No solo exigen sumas irracionales, sino que también recurren a amenazas y coacciones si alguien se niega a pagar, dejando a los automovilistas sin otra opción que ceder ante el abuso. Esta situación se repite en eventos deportivos, espectáculos públicos y otras actividades masivas.
El comisario Juan Agüero, director de la Policía de Asunción, en declaraciones a medios de prensa, confirmó que durante los últimos meses se ha logrado procesar a más de 200 personas vinculadas a estas prácticas irregulares. Esto demuestra que, cuando hay interés, se puede combatir este flagelo, que desmotiva muchas veces a las familias a acudir a ciertos eventos para no exponerse a la violencia y los abusos de estas personas.
Un operativo similar ya se había realizado durante la final de la Copa Sudamericana, lo que garantizó la tranquilidad de los hinchas extranjeros que visitaron nuestro país, evitando el acoso de los cuidacoches.
La erradicación de los cuidacoches y limpiavidrios, especialmente en eventos masivos, debe convertirse en una norma permanente y no en una medida circunstancial. La seguridad ciudadana es una responsabilidad indelegable del Estado, y ninguna persona debe usurpar funciones que corresponden a la Policía. Permitir que estos avivados continúen actuando, además de fomentar la informalidad, perpetúa un sistema de abuso que desalienta al ciudadano a salir en familia, y en consecuencia, impacta directamente en la calidad de vida de los contribuyentes.
Es momento de que las autoridades recuperen las calles y los espacios públicos para la ciudadanía. El flagelo de los “cuidacoches” debe ser erradicado. Esto, sin lugar a dudas, se traducirá en más seguridad, y por sobre todo en el fortalecimiento de un principio fundamental: el respeto a la legalidad y a la convivencia ciudadana.