Hoy, 20 de enero de 2025, el mundo es testigo de un evento histórico con la asunción de Donald Trump como el presidente número 47 de los Estados Unidos. Este hecho, además de marcar un cambio de liderazgo en la principal potencia mundial, también inaugura, sin ninguna duda, un periodo de grandes expectativas y tensiones a nivel planetario, tanto en lo que respecta a la política interna como a la política exterior estadounidense. La llegada de Trump a la Casa Blanca genera interrogantes que podrían reconfigurar el actual contexto global en un mundo profundamente interconectado (hiperconectado).
Tras el golpe de la pandemia, el mundo ha aprendido que los eventos más remotos pueden tener consecuencias directas sobre nuestras vidas y economías nacionales. Conflictos internacionales han encarecido alimentos y combustibles, afectando especialmente a los países en desarrollo. En este sentido, el retorno de Trump al poder podría traer consigo decisiones que redefinan las relaciones globales y provoquen efectos colaterales en diversas regiones, incluida América Latina.
Uno de los puntos más relevantes de su nueva administración es su promesa de endurecer la guerra comercial con China. Esto podría intensificar las tensiones ya existentes, afectando cadenas de suministro globales y generando repercusiones en los mercados de exportación.
Para América Latina, donde China ha ampliado de forma preponderante su influencia económica y comercial, este escenario podría abrir oportunidades o bien generar incertidumbre, especialmente en países que dependen de su comercio bilateral con el gigante asiático. Paraguay, por su parte, se mantiene al margen de esta dinámica debido a su histórica relación diplomática con Taiwán.
Otro eje fundamental será el papel de Trump en la guerra entre Rusia y Ucrania. El mandatario ha manifestado su intención de restablecer la paz en este conflicto, lo que podría alterar la correlación de fuerzas en Europa y obligar a los países del continente a replantear sus estrategias de política exterior. Este movimiento podría ser una oportunidad para fortalecer los valores democráticos y generar un equilibrio de poder más estable en la región.
En cuanto a Paraguay, las señales emitidas por altos funcionarios del próximo gabinete estadounidense apuntan a un fortalecimiento de las relaciones con nuestro país. Esta alianza, basada en principios democráticos y cooperación mutua, se ha mantenido constante a lo largo de las décadas, independientemente de la orientación política de los ocupantes de la Casa Blanca. Sin embargo, la expectativa recae en cómo esta administración podría profundizar el vínculo en áreas clave como el comercio, la seguridad y la lucha contra el crimen organizado.
El regreso de Trump al poder representa un punto de inflexión en la política global. Las decisiones que tome en los próximos meses podrían marcar un antes y un después, tanto en la consolidación de alianzas internacionales como en la resolución de conflictos que han desestabilizado regiones enteras. En este contexto, América Latina espera que las acciones de la nueva administración estadounidense no solo contribuyan a la paz global, sino también al fortalecimiento de los valores democráticos en la región.
En el mundo actual, en la que la imprevisibilidad ha venido a convertirse en la normalidad, la esperanza radica en que este nuevo capítulo sea una oportunidad para construir un orden más justo y equitativo. Que las palabras de Trump sobre paz y prosperidad se traduzcan en acciones concretas que beneficien a todos, en especial a los más vulnerables.