El lanzamiento de la campaña “Mi verano, mi compromiso” por parte del Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (Mades) no podría ser más oportuno. Con la llegada de la temporada veraniega y el periodo de vacaciones, la afluencia masiva de personas a parques nacionales, playas y arroyos pone de manifiesto la necesidad de promover una conciencia ambiental que, lamentablemente, sigue siendo esquiva para muchos ciudadanos.
La acumulación de basura en espacios de recreación es una problemática recurrente. Un ejemplo reciente y lamentable fue la festividad de Caacupé, donde los peregrinos dejaron a su paso montón de desperdicios a lo largo de la Ruta PY02, convirtiéndola en un basural. Este tipo de inconsciencia no solo empaña el paisaje, sino que también genera graves consecuencias para el medioambiente y la salud pública.
Nuestro país, bendecido con imponentes riquezas naturales, enfrenta un reto constante: la preservación de estos recursos. Cursos de agua contaminados, espacios naturales deteriorados y zonas de recreo clausuradas por riesgos sanitarios son una triste realidad que nos afecta a todos. Estas pérdidas no solo limitan nuestro disfrute como sociedad, sino también representan un golpe directo a las oportunidades turísticas y económicas del Paraguay.
La campaña del Mades nos recuerda que la sostenibilidad no es una acción aislada, sino un compromiso diario. El respeto al medioambiente debe nacer en nuestros hogares, extenderse a las calles y ser fomentado desde las escuelas. Lamentablemente, la proliferación de vertederos clandestinos y desagües pluviales obstruidos por residuos nos demuestra que aún estamos lejos de alcanzar esa meta.
Mantener limpios los espacios naturales no solo asegura su disfrute para las futuras generaciones, sino que también refuerza nuestra identidad como ciudadanos responsables. “Mi verano, mi compromiso” debe ser mucho más que un lema; debe convertirse en una forma de vida que se practique todos los días.
El cuidado del medioambiente no es responsabilidad exclusiva de las instituciones del gobierno, sino de cada ciudadano. Porque el compromiso con la naturaleza no solo se mide por lo que dejamos de hacer mal, sino por los esfuerzos que hacemos para proteger lo que tenemos.