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sábado, 4 de enero de 2025
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Un año de desafíos y oportunidades

Iniciamos un nuevo año cargado de interrogantes y esperanzas, marcados por un contexto global convulso y los desafíos que se proyectan en el horizonte de nuestra realidad nacional. El presidente Santiago Peña entra en su segundo año de gobierno, habiendo transitado los primeros 16 meses con una relativa tranquilidad, respaldado por una mayoría parlamentaria que acompañó sus proyectos. Sin embargo, 2025 plantea una serie de retos que pondrán a prueba la estabilidad política y económica del país.

Las elecciones municipales, previstas para el año próximo, tienden a dividir las aguas partidarias, erosionando los apoyos internos y generando tensiones dentro del partido en el gobierno. Históricamente, estas contiendas marcan el inicio de un periodo en el que el respaldo al presidente comienza a debilitarse, un fenómeno que podría intensificarse con la prematura campaña presidencial para 2028. Esta dinámica interna debe analizarse también en función del panorama internacional, que podría influir de manera decisiva en el desarrollo de los acontecimientos.

El 20 de enero, Donald Trump asumirá nuevamente la presidencia de los Estados Unidos, un hecho que podría alterar radicalmente el orden global. La postura de la administración republicana en temas clave como la guerra entre Rusia y Ucrania, así como las políticas hacia América Latina, genera expectativas e incertidumbre. Paraguay, que en los últimos años experimentó las consecuencias directas de las decisiones de Washington. La relación con Estados Unidos podría abrir nuevas oportunidades, pero también implicaría desafíos que deben manejarse con inteligencia y diplomacia.

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En el ámbito económico, las previsiones para 2025 son alentadoras, aunque no exentas de retos. La renegociación del Anexo C de Itaipú sigue siendo una prioridad nacional, ya que de ella depende el fortalecimiento de nuestra soberanía energética y la optimización del uso de recursos que podrían transformarse en motores del desarrollo. Además, proyectos económicos de gran envergadura, cuyo inicio está previsto para este año, representan una oportunidad para dinamizar nuestra economía y proyectarnos con mayor fuerza en el escenario regional.

Sin embargo, en este escenario de expectativas y retos, se hace imprescindible un cambio de actitud por parte de nuestra clase dirigente. Como hemos sostenido reiteradamente en estas páginas, el futuro del país no puede estar supeditado a intereses particulares ni a proyectos cortoplacistas. Es momento de colocar en la mesa de debate los grandes temas de interés nacional: la soberanía energética, el aprovechamiento de nuestros recursos y la posición estratégica de Paraguay en el tablero geopolítico internacional.

El 2025 nos brinda la oportunidad de construir un Paraguay más autónomo, más competitivo y más integrado al mundo. Para ello, es fundamental que nuestras autoridades y dirigentes asuman el compromiso de trabajar con visión de futuro, colocando por encima de cualquier otro interés el bienestar de la nación. Solo así podremos enfrentar con éxito los desafíos que se avecinan y transformar las incertidumbres en oportunidades.