El cierre de un año siempre invita a la reflexión y la proyección, tanto a nivel personal como social. Al repasar el 2024, podemos afirmar que fue un año positivo para el Paraguay en muchos aspectos. La gran conquista económica fue, sin duda, el logro del grado de inversión, un hito histórico que marca un antes y un después para nuestro país. Los indicadores macroeconómicos, respaldados por informes de autoridades nacionales y agencias internacionales, se muestran alentadores. Sin embargo, este logro aún no se traduce en mejoras palpables para la economía doméstica, y ese es el gran desafío de quienes conducen la economía: transformar las cifras positivas en bienestar para las familias.
El 2024 también fue un año de relativa calma social. La ausencia de grandes movilizaciones populares, generalmente impulsadas por el descontento, refleja una estabilidad económica y política que debe ser preservada y sobre todo aprovechada. Sin embargo, esta tranquilidad también invita a no caer en la complacencia, pues los indicadores sociales y el sentimiento ciudadano deben ser monitoreados de cerca.
En materia de seguridad, el año estuvo marcado por grandes atracos que dejaron en evidencia debilidades en la inteligencia preventiva. Desde el llamado “robo del siglo” en Ciudad del Este hasta los ataques con explosivos a sucursales bancarias en el interior del país, estos hechos subrayan la necesidad de reforzar las gestiones preventivas y disuasivas. La expansión de las zonas de operación con apoyo de las Fuerzas de Tarea Conjunta fue sin duda, un paso positivo, pero debe ser complementada con estrategias de inteligencia más eficientes. En el 2025, la seguridad debe ser prioritaria, especialmente en zonas vulnerables como Amambay, Canindeyú, Alto Paraná e Itapúa, donde operan grupos delictivos de diferentes índole.
En el ámbito político, sigue siendo evidente la desconexión de la clase dirigente con las problemáticas cotidianas de los ciudadanos. Este alejamiento de la realidad representa un riesgo para la democracia, pues alimenta el surgimiento de discursos populistas y mesiánicos. Es urgente que nuestros líderes realicen un ejercicio de autocrítica y se enfoquen en los problemas que afectan a la mayoría. Al mismo tiempo, como ciudadanos, también debemos asumir nuestra responsabilidad. Una sociedad activa y participativa es clave para impulsar los grandes temas nacionales en el debate público, superando la mera denuncia para proponer soluciones.
Paraguay está ante una coyuntura favorable. Con una mejor gestión de sus recursos energéticos y el aprovechamiento de su posición geográfica y geopolítica, es posible generar políticas que transformen el potencial en desarrollo sostenible y calidad de vida para todos los paraguayos.
Desde el Diario La Tribuna, que se encamina a celebrar sus 100 años en el 2025, renovamos nuestro compromiso con un periodismo independiente y constructivo. Esperamos que el próximo año traiga prosperidad y mejoras para todas las familias paraguayas.