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lunes, 23 de diciembre de 2024
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Compromiso social con niños del Espectro Autista

El lanzamiento del Protocolo Nacional de Diagnóstico y Manejo del Trastorno del Espectro Autista (TEA), junto con el Plan Nacional de Atención Integral en Salud (Pnaitea) y el Plan Nacional de Atención Educativa para Estudiantes con TEA, representa un enorme paso en nuestro país hacia la construcción de una sociedad más inclusiva. Sin embargo, estos avances deben ir más allá de las leyes y los documentos oficiales; deben reflejarse en cambios concretos en la vida diaria de miles de compatriotas.

Se estima que más de 130,000 paraguayos podrían estar dentro del espectro autista. Sin embargo, la mayoría de las familias desconocen estas cifras, e incluso la posibilidad de que sus hijos presenten esta condición. La falta de información también afecta a los docentes y a las instituciones educativas, que lamentablemente en la mayoría de los casos, siguen discriminando a estudiantes diagnosticados, obligando a los padres a peregrinar cada año en busca de una escuela que acepte a sus hijos.

El Protocolo Nacional, fundamentado en estándares internacionales como el DSM-5 y la CIE-11, no solo establece directrices claras para el diagnóstico temprano y el manejo terapéutico, sino que también promueve un enfoque centrado en la familia. Este aspecto es fundamental para acompañar el proceso con el apoyo desde el hogar.

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No obstante, la eficacia de estas iniciativas dependerá de su aplicación efectiva y de un esfuerzo interinstitucional continuo. A pesar de que la Ley N.º 6103 de 2018 establece un marco legal para la atención integral del autismo, su implementación ha sido limitada. La brecha entre la teoría y la práctica se agrava por la escasez de centros especializados y la concentración de servicios en zonas urbanas, dejando desprotegidas a las familias del interior del país.

Es también un reto para el sistema educativo. La falta de capacitación docente y la resistencia a adoptar prácticas inclusivas perpetúan la exclusión de niños con TEA. Aunque el Plan Nacional de Atención Educativa es una luz de esperanza, debe ser acompañado por estrategias concretas de sensibilización e información a directores y docentes.

La clave para un cambio real radica en la educación y la sensibilización de toda la sociedad. Es imperativo que las familias, comunidades y profesionales comprendan las características del TEA, no solo para aceptar a quienes lo presentan, sino para garantizarles una vida digna y plena. En este esfuerzo, el rol de los medios de comunicación también es primordial, nuestro compromiso debe ser transmitir información clara, precisa y accesible, derribando mitos y fomentando la empatía.

La discriminación y la desinformación son barreras que solo podrán superarse si las leyes y los protocolos se complementan con una campaña educativa y de concienciación efectiva.