La Navidad en Paraguay es sinónimo de luces brillantes, cenas familiares y un espíritu de celebración que envuelve cada rincón del país. Sin embargo, esta época que debería ser un canto a la paz y el reencuentro, muchas veces se ve empañada por tragedias evitables que nos recuerdan la fragilidad de nuestra convivencia y la necesidad de mayor responsabilidad.

Los fuegos artificiales, tradicionales protagonistas de las festividades, también son una de las mayores fuentes de accidentes en diciembre. En los últimos años, el Ministerio de Salud Pública ha reportado cientos de heridos por el uso indebido de pirotecnia, siendo niños el 10% de las víctimas. Las lesiones abarcan desde quemaduras hasta amputaciones, dejando cicatrices físicas y emocionales en las familias afectadas.

Otro peligro que acecha durante las festividades es el disparo al aire de armas de fuego. Esta práctica, además de ilegal, ha causado muertes y lesiones graves a personas inocentes, incluyendo niños, que caen víctimas de balas perdidas mientras celebran con sus familias.

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Las calles y rutas del país también se convierten en escenarios de tragedia durante esta época. El exceso de velocidad, la conducción bajo los efectos del alcohol y la falta de medidas de seguridad son responsables de cientos de accidentes que dejan a familias marcadas por el dolor y la pérdida.

Las cifras son alarmantes: solo en 2022, más de 300 accidentes ocurrieron en torno a la Navidad, con 50 víctimas fatales y 200 heridos. Estas estadísticas no son simples números; representan vidas truncadas y familias desoladas.

La Navidad debería ser un momento de reflexión, un espacio para reconectarnos con nuestros valores y con quienes nos rodean. No podemos permitir que la imprudencia y el descuido transformen esta época en un recordatorio de tragedias evitables. La verdadera magia de la Navidad radica en compartir momentos de alegría y paz, no en generar riesgos que pueden costar vidas.