Un artículo publicado por el reconocido periódico brasileño Folha de Sao Paulo puso en el centro de atención internacional los avances en la construcción del puente que unirá Porto Murtinho, Brasil, con Carmelo Peralta, Paraguay. Este puente, situado sobre el río Paraguay, es mucho más que una obra de infraestructura; es el corazón palpitante de la Ruta Bioceánica, un corredor estratégico que conectará el Atlántico con el Pacífico, atravesando Brasil, Paraguay, Argentina y Chile. Su impacto promete transformar no solo la logística comercial sudamericana, sino también la realidad económica y social de las regiones que atraviesa.

Para Paraguay, el puente y la Ruta Bioceánica representan una oportunidad histórica. Por primera vez en su historia, el Chaco contará con una vía internacional que lo cruzará de extremo a extremo, dinamizando la economía de una región que durante décadas ha permanecido marginada del desarrollo. La posibilidad de reducir tiempos y costos en el comercio con mercados asiáticos consolida a Paraguay como un actor clave en las cadenas de suministro globales, fortaleciendo su posición geopolítica en Sudamérica.

Sin embargo, este avance también impone grandes desafíos que debemos afrontar con una visión integral y responsable. El Chaco, reconocido por su extraordinaria biodiversidad, es una región ambientalmente frágil. Cualquier actividad que altere su entorno debe ser cuidadosamente planificada para prevenir daños irreversibles. La experiencia internacional enseña que el desarrollo y la conservación no son objetivos incompatibles, pero requieren de una gobernanza ambiental firme y una planificación que equilibre intereses económicos y ecológicos.

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Además, la construcción de esta ruta plantea retos en materia de seguridad. Los países vecinos ya están implementando medidas para garantizar un control efectivo del corredor, desde la modernización de aduanas hasta la coordinación de fuerzas de seguridad. Paraguay debe seguir este ejemplo y reforzar sus capacidades en seguridad fronteriza e interna, particularmente en una región como el Chaco, que podría convertirse en una vía de tránsito para actividades ilícitas si no se toman las precauciones adecuadas.

Es fundamental que nuestra clase dirigente instale este debate en la agenda nacional. Es prioritario que comencemos a analizar cómo esta nueva oportunidad que se viene puede ser mejor aprovechado para el desarrollo de la región. Esto implica poner tambien en debate la cuestion ambiental y procurar también inversiones que beneficien a las comunidades locales.

La Ruta Bioceánica más que una nueva obra de infraestructura es una conexión simbólica entre el presente y el futuro de Paraguay. Es nuestra responsabilidad como sociedad y como nación asegurar que este futuro sea próspero, inclusivo y sostenible. Para lograrlo, necesitamos liderazgo, visión y, sobre todo, acciones concretas proactivas y previsoras.