Una vez más, la festividad de Caacupé reunió a millones de fieles en un acto de devoción que confirma su lugar como la mayor celebración mariana del Paraguay. Durante el novenario y la fiesta central, el púlpito de la basílica se convirtió en un escenario de denuncias, críticas y llamados a la reflexión. La Iglesia Católica paraguaya volvió a clamar por un cambio profundo en nuestra sociedad, señalando las desigualdades sociales, la corrupción y la falta de liderazgo que aquejan al país.
Sin embargo, el mensaje de transformación encuentra un espejo incómodo en las mismas calles de Caacupé. Al culminar las festividades, la «Capital Espiritual» es testigo de un contraste evidente: toneladas de basura esparcidas a lo largo de las rutas, explanadas y veredas. La imagen de desperdicios abandonados por quienes peregrinan para rendir homenaje a la Virgen contradice el espíritu de cuidado y respeto que debería inspirar una celebración religiosa de tal magnitud. Lamentablemente, es una imagen que se repite todos los años.
El cambio social que exige la Iglesia, y que tanto necesita el Paraguay, debe iniciar con gestos concretos desde el entorno más cercano. La basura acumulada en Caacupé no es solo un problema ambiental; es un símbolo de nuestra incapacidad como sociedad para alinear nuestras prácticas cotidianas con los valores que decimos defender. Si el mensaje de la Iglesia quiere resonar con fuerza, debe incluir un llamado claro a sus feligreses: ser guardianes de la creación divina y demostrar su fe a través de acciones responsables con el medio ambiente.
Además, es hora de que la Iglesia Católica paraguaya haga un sincero examen de conciencia. Durante más de tres décadas, el discurso de cambio y transformación se ha repetido con pocas variaciones, mientras sus filas padecen la misma falta de liderazgo que critican en la sociedad. El obispo Edmundo Valenzuela, en su carta a los fieles, alertó sobre esta carencia. La renovación espiritual que proclama la Iglesia debe ir acompañada de una renovación institucional que inspire confianza y compromiso.
El mensaje de Caacupé no debe quedarse en las palabras. El Paraguay necesita una Iglesia que no solo denuncie, sino que también dé el ejemplo. La transformación comienza por cuidar lo que tenemos, desde nuestro entorno inmediato hasta los valores que guiamos como comunidad. Si los obispos de Paraguay buscan realmente una verdadera transformación del Paraguay deberían comenzar pidiendo a los fieles que aprendan a no arrojar la basura en cualquier parte y dejar limpio la casa de la virgen y el entorno. La limpieza de Paraguay podemos comenzar aprendiendo a mejorar lo que tenemos cerca.