El 1 de diciembre de cada año nos recuerda una lucha que debería ocuparnos los 365 días: el combate contra el VIH. Hace 43 años, Paraguay detectó su primer caso. Desde entonces, la batalla no ha cesado, pero tampoco hemos logrado vencer los obstáculos del estigma, la discriminación y, sobre todo, el desconocimiento.
Este año, bajo el lema “Sigamos en el camino de los derechos”, la ministra de Salud, María Teresa Barán, subrayó que el rechazo social hacia las personas que viven con VIH es inadmisible en nuestra época. Sin embargo, los números nos muestran una realidad alarmante: entre enero y noviembre de 2024, se detectaron 1.372 nuevos casos, de los cuales 531 ya estaban en una etapa avanzada de la enfermedad.
Aunque los avances científicos han hecho posible que el VIH se controle con apenas unos comprimidos diarios, lo que garantiza una calidad de vida normal para las personas con baja carga viral, la prevención sigue siendo el arma más efectiva para frenar esta epidemia. Y aquí radica nuestra mayor falencia: la falta de educación y sensibilización sostenidas.
Reducir la lucha contra el VIH a campañas esporádicas o centradas en diciembre no es suficiente. Es imperativo integrar la educación sobre el VIH en las instituciones educativas, los medios de comunicación y las iniciativas comunitarias. La prevención debe ser accesible y visible durante todo el año.
El Ministerio de Salud ha dado pasos importantes, como la inauguración del Laboratorio de Biología Molecular y la disponibilidad gratuita de herramientas preventivas como el PREP y preservativos. Pero estos esfuerzos no alcanzan si no rompemos las barreras de la ignorancia. Todavía hay quienes desconocen que el VIH no se transmite por contacto casual o que un diagnóstico temprano puede marcar la diferencia entre una vida controlada y una tragedia evitable.
La ministra Barán nos recuerda que la lucha contra el VIH no es solo un desafío médico, sino social. Esto exige un compromiso colectivo. La construcción de una sociedad que abrace la dignidad y los derechos de todos no se logra solo con palabras, sino con acciones constantes y decididas.
Hace 43 años comenzó esta historia en Paraguay. Hoy, tenemos la oportunidad y la responsabilidad de escribir un capítulo diferente: uno donde la educación derrote al prejuicio, la prevención supere a la infección y el respeto prevalezca sobre la discriminación. Pero para lograrlo, debemos actuar juntos.