Hace apenas unos días, publicábamos un editorial sobre la importancia de los controles de la Patrulla Caminera en las rutas del país, especialmente con el inicio de la temporada de las fiestas. Alertábamos sobre los riesgos de una conducta irresponsable al volante y señalábamos que estos controles son una herramienta clave para reducir accidentes de tránsito y preservar vidas. Lamentablemente, la tragedia no se hizo esperar: hoy toda la sociedad paraguaya está de luto por la pérdida de una familia entera en la ruta Luque-San Bernardino, víctima de una imprudencia que jamás debió ocurrir.

El informe de la Policía Nacional sobre el último fin de semana es alarmante: de las 27 muertes registradas, 16 fueron provocadas por accidentes de tránsito. Lo más inquietante es que aún no hemos entrado en plena temporada de fiestas, momento en el cual estos números suelen incrementarse de forma dramática. A este ritmo, nos enfrentamos a una verdadera epidemia de siniestros en las rutas, donde la imprudencia, la falta de control y el consumo de alcohol al volante continúan cobrando vidas, como lo demuestran los últimos casos.

El fin de semana trajo consigo uno de los accidentes más devastadores: una familia, en busca de un día de esparcimiento, se encontró de frente con la muerte. Un conductor imprudente, truncó el futuro de un padre, una madre y un hijo de 15 años, dejando a una niña de apenas 8 años en estado crítico. A este horror, se suman otros siniestros que enlutaron a más familias.

Unite al canal de La Tribuna en Whatsapp

Como sociedad, nos corresponde reflexionar y, sobre todo, actuar. Se deben tomar medidas concretas para frenar este flagelo. Es urgente considerar alternativas efectivas, como el endurecimiento de penas para quienes actúen de forma temeraria en el tránsito, así como la implementación de radares estáticos en puntos estratégicos. (No más radares móviles utilizados por la patrulla caminera solamente para el “apriete” a los conductores) Es hora de instalar dispositivos permanentes que, al advertir al conductor sobre su presencia, obliguen a una reducción automática de la velocidad y contribuyan a un tránsito más seguro y ordenado.

Es también fundamental que las campañas de concienciación no se limiten a mensajes esporádicos. Necesitamos una estrategia permanente y sistemática, enfocada en promover una cultura de respeto y responsabilidad al volante. Los accidentes de tránsito no son eventos inevitables, son tragedias que podemos evitar. Que no tengamos que lamentar más pérdidas, que no haya más familias destruidas por la imprudencia, la inconsciencia y la falta de controles efectivos. La seguridad vial debe ser una prioridad nacional.