En un acto que representa un avance en la lucha contra el terrorismo en la región, el gobierno argentino retiró el estatus de refugiados a los miembros del clan Villalba, vinculados al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP). Este grupo ha sembrado el terror y la muerte en nuestro país, perpetrando actos criminales que incluyen secuestros, emboscadas, y el asesinato de civiles y miembros de las fuerzas de seguridad.

El retiro del estatus de refugiados, una medida prometida por la exministra del Interior argentina, Patricia Bullrich, y confirmada por las autoridades paraguayas, marca el fin de la impunidad que estos individuos habían logrado bajo la protección del anterior gobierno argentino. La complicidad que permitió a estos criminales evadir la justicia paraguaya es un oscuro recordatorio de cómo el terrorismo, disfrazado de persecución política, puede explotar las leyes internacionales de refugio.

Los miembros del clan Villalba, acusados de pertenecer al EPP, deberán enfrentar ahora la justicia. Sus actos criminales no solo han dejado cicatrices profundas en nuestra sociedad, sino que también han robado la paz y la seguridad de cientos de familias.

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Más allá de las condenas que seguramente deberán enfrentar, el Estado Paraguayo tiene ahora una oportunidad: la extradición de estos forajidos debe servir no solo para juzgarlos, sino para obtener información vital sobre el paradero de los desaparecidos Félix Urbieta, Edelio Morínigo, y el exvicepresidente Óscar Denis. Las familias de estas víctimas siguen sufriendo la incertidumbre, esperando respuestas que solo estos criminales pueden ofrecer.

El presidente Santiago Peña, reiteró su compromiso de combatir el crimen organizado con todos los recursos a su disposición. Este respaldo a las Fuerzas de Tarea Conjunta y el fortalecimiento de las capacidades de seguridad deben traducirse en acciones concretas que lleven a la captura y condena de todos aquellos que durante estos años pervirtieron la tranquilidad del país, manchando nuestro territorio con la sangre de compatriotas y sembrando el terror en la población de la zona norte del país.

Paraguay merece vivir en paz, y esa paz solo será posible cuando aquellos que han perpetrado actos de terrorismo y violencia sean llevados ante la justicia.