Los paraguayos vivimos en una tierra generosa, bendecida con una naturaleza fértil y abundante en recursos. Esta realidad, si bien nos ha dado estabilidad en muchos aspectos, también ha moldeado nuestra cultura, instalando una tendencia a no prever y no actuar de manera proactiva. La falta de previsión no es algo nuevo; es una característica que nos ha acompañado durante generaciones. En Paraguay, la abundancia de agua, la fertilidad de la tierra y la relativa protección frente a grandes desastres naturales nos han hecho menos dependientes de la planificación a largo plazo, a diferencia de países que, ante climas extremos, han desarrollado fuertes culturas del ahorro y la planificación.

Sin embargo, el contexto mundial reciente nos ha dado importantes lecciones. La pandemia del COVID-19 nos sorprendió y dejó al descubierto nuestra vulnerabilidad, recordándonos que no podemos confiar eternamente en los ciclos generosos de la naturaleza. Además, los fenómenos climáticos cada vez más impredecibles, como la prolongada sequía y la bajante de los ríos, nos muestran que es tiempo de cambiar nuestra mentalidad y comenzar a pensar más en el futuro.

Un caso que refleja este desafío cultural y económico es la situación del cemento en Paraguay. Sabemos que el cemento es clave para el desarrollo de obras civiles en nuestro país, y que muchas familias dependen de la construcción como fuente de ingresos. La principal planta productora se encuentra en la distante localidad de Vallemi, un lugar que, hasta hace poco, no tenía siquiera acceso vial directo. La infraestructura de transporte es clave para garantizar el suministro de cemento, y los problemas logísticos pueden afectar toda la cadena productiva del país.

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Actualmente, la bajante de los ríos, producto de estos fenómenos climáticos anormales, ha creado preocupación sobre la disponibilidad de este material vital. Sin embargo, la INC ha tomado medidas proactivas al cambiar su logística fluvial por una terrestre, evitando así el desabastecimiento. Aunque el traslado terrestre incrementa los costos considerablemente —entre un 80% y 90% más que el transporte por río—, esta previsión ha garantizado que, al menos por ahora, el cemento no falte en el mercado.

Este ejemplo debe servirnos como una valiosa lección. Hoy, más que nunca, Paraguay necesita una cultura de la planificación y la previsión. El cambio climático y los eventos globales imprevistos nos están demostrando que el mundo es cada vez más incierto, y es necesario que estemos preparados para cualquier desafío. Es un buen momento de adoptar una nueva mentalidad, que valore el ahorro, la planificación y el trabajo conjunto para superar las adversidades.