Ayer advertíamos en este mismo espacio sobre la preocupante participación de menores en actos delictivos, como el asalto a un camión distribuidor en la periferia de Asunción, donde los protagonistas eran niños de entre 12 y 13 años. Señalábamos la necesidad urgente de intervención estatal para evitar que estas conductas, por efecto de la imitación, se expandan y normalicen. Hoy, esa advertencia cobra mayor relevancia tras la viralización de videos que exponen algo aún más preocupante: niños disfrazados como miembros del Clan Rotela, una organización criminal vinculada al narcotráfico y actos violentos.
Este caso ha movilizado al gobierno, que anuncia una investigación en la que participan el Ministerio del Interior, el Ministerio de Justicia y el Ministerio de la Niñez y la Adolescencia. Los organismos deben actuar de inmediato y con la máxima prioridad. No estamos ante un problema menor, sino frente a una práctica que busca normalizar el adoctrinamiento de menores para convertirlos en piezas útiles del crimen organizado. Los videos que circulan en redes sociales, al parecer grabados durante un festejo del Día del Niño, muestran un intento de hacer apología del Clan Rotela, utilizando como herramienta de manipulación a los más vulnerables: los niños.
Esta situación, si no es abordada con firmeza, puede derivar en un escenario de difícil control, como ya lo hemos visto en otros países de la región, donde organizaciones criminales como las Maras en Centroamérica o las FARC en Colombia integraron a niños en sus filas. Paraguay no puede permitirse seguir ese camino. Los organismos encargados de la seguridad, la justicia y la protección de la niñez deben actuar de manera coordinada y contundente para cortar de raíz estas prácticas.
Es fundamental que las investigaciones lleguen a fondo y que los responsables de estos actos de manipulación infantil reciban todo el peso de la ley. Los niños deben estar protegidos y educados para ser ciudadanos útiles, no para ser reclutados por el crimen organizado. La sociedad entera debe tomar conciencia de la gravedad del problema y exigir que las autoridades cumplan con su responsabilidad de garantizar un entorno seguro para nuestra niñez, lejos del alcance de las bandas delictivas.