La reciente detención de una directora de una escuela, por supuestamente sustraer insumos destinados al almuerzo escolar, reabre una herida que ha sangrado por años en Paraguay: el desfalco de los recursos destinados a la alimentación de nuestros niños. Este hecho vuelve a sumar otro capítulo en una larga historia de corrupción que ha afectado a uno de los programas más sensibles del país, la merienda escolar.
Desde hace más de dos décadas, el Estado paraguayo ha destinado millones de dólares para garantizar que los niños reciban alimentos en las instituciones educativas. Sin embargo, este noble propósito se ha visto continuamente empañado por políticos corruptos y seudoempresarios sin escrúpulos que vieron en estos fondos una oportunidad para enriquecerse, entregando productos de pésima calidad o directamente dilapidando los recursos.
El presidente Santiago Peña, ha decidido poner fin a este «carnaval» de impunidad con la implementación del programa «Hambre Cero» y la centralización de la gestión a través del Ministerio de Desarrollo Social. Sin embargo, como hemos señalado en diversas ocasiones desde las páginas de La Tribuna, la clave para que esta iniciativa sea realmente efectiva no solo reside en la buena voluntad política, sino en un control ciudadano activo y responsable.
Es fundamental que las comisiones de padres de cada institución se involucren de manera directa en la vigilancia del uso y distribución de los insumos destinados a la merienda escolar. Ellos, como principales interesados en el bienestar de sus hijos, deben ser los primeros en alzar la voz ante cualquier irregularidad. Solo así podremos romper con esta cadena de corrupción que ha manchado este programa por tanto tiempo.
La educación y la alimentación de nuestros niños son pilares fundamentales para el desarrollo del país. La responsabilidad no recae únicamente en las autoridades, sino en todos los ciudadanos. Ese último caso se logró aprehender a la involucrada, gracias al control y preocupación de las madres, lo que destaca la importancia del control ciudadano.
La presión ciudadana será vital para garantizar que los recursos lleguen en tiempo y forma, a quienes realmente los necesitan.