La Cámara de Diputados aprobó el proyecto de ley que establece la aplicación del horario de verano durante todo el año en Paraguay. Es una medida que, de ser promulgada por el presidente Santiago Peña, pondrá fin a una discusión que desde hace más de 30 años se ha repetido, sin sentido alguno.
El horario de verano fue instaurado en tiempos en que la cobertura del servicio eléctrico no llegaba a toda la población y la intención era aprovechar al máximo la luz solar. Este criterio, aunque válido en su momento, ya no tiene cabida en una era en la que la electricidad es un servicio generalizado, y donde los patrones de consumo han cambiado notablemente. Sin embargo, año tras año, el debate sobre el cambio de horario se reavivaba, sin llegar a conclusiones definitivas que beneficien a la ciudadanía.
Esperamos que la aprobación en Diputados sea el fin de esta controversia, ofreciendo estabilidad en términos de tiempo y seguridad, según destacó el diputado Raúl Latorre. La Administración Nacional de Electricidad (ANDE) ya ha declarado que el cambio de horario no representa ahorros significativos, mientras que el Ministerio del Interior ha subrayado que la permanencia de un solo huso horario podría contribuir a mejorar la seguridad en el país.
Además de los argumentos energéticos y de seguridad, hay un aspecto que ha sido pasado por alto y se refiere a la salud pública. Estudios internacionales han demostrado que los constantes cambios de horario afectan el metabolismo y el bienestar de las personas, causando trastornos en el sueño y en la adaptación del cuerpo a las nuevas rutinas. Mantener un solo horario, por el contrario, permite a los ciudadanos un mayor equilibrio en sus vidas diarias.
Es hora de que Paraguay deje atrás este debate obsoleto y enfoque su energía en temas más trascendentales, como las mejoras en el sistema educativo, la salud pública o la lucha contra la pobreza. El país necesita discutir políticas que verdaderamente impacten el bienestar y desarrollo de los paraguayos, no gastar esfuerzos en debates que no llevan a ninguna parte.
Con la promulgación de esta ley, esperamos que Paraguay avance hacia un futuro más estable, previsible y centrado en las necesidades reales de su gente.